reprimiré mi impulso
de ser superior.
No aniquilaré tu ínfima vida
con un torrente de muerte
cálida y amarilla.
Quizá por que no somos
tan distintos como parece.
Al fin y al cabo te comprendo;
yo también intento trepar en vano
por resbaladizas y pútridas paredes.
Yo también lucho cada día
para lograr que la mierda no me ahogue.
Yo también me siento cómo algo
tan frágil tan solo tan insignificante
que aguardo la bota o la mano
aplastando mis ruinas definitivamente.
Quizá en esto exista
más egoísmo que empatía.
Quizá solo lo hago por la estúpida esperanza
de que de existir un gigantesco cabrón omnipotente
un día decida dejar de meárseme encima.