Segundo día, me levanto más temprano de lo acordado con el despertador.
Me ducho y salgo fresca a tomarme el tren a Brujas, ciudad que tenía pendiente hace tiempo.
Una hora diez de viaje. Se deja de escuchar de a poco el francés y pasa a ser flamenco, entiendo más que cuando hablan francés, se parece un poco al alemán y eso facilita las cosas.
Estoy leyendo las indicaciones del mapa en el camino, marco la ruta que más o menos quiero hacer. Igualmente los planes no salieron como quise, sino mucho mejor. Conocí a Victor, un chico de Ucrania que es guía turístico y trabaja en los barcos que conectan Alemania, Holanda, Belgica, Francia e Inglaterra. No es muy sociable, aunque igual quiere caminar y recorrer conmigo no compartimos muchas palabras.
Llueve, no tengo ganas de desempacar para buscar el impermeable.
Brujas es bello, besé una rana, comi papas fritas típicas y tomé la mejor cerveza.
Sus canales me inspiran, es como despertarte con el amor de tu vida, pero sin despertarte y sin el amor de tu vida
La gente en los locales habla mas de 4 idiomas, están preparados para decir los precios en cualquier idioma, quiero poder hacer lo mismo algún día.
Camino por una plaza, y un señor no vidente me pide la hora, mientras buscaba el movil, me dice: “si te paras dos pasos en frente de mi y miras a la derecha vas a ver un reloj”. Le dije la hora y me puse a conversar con el. Me dijo que hablaba alemán y un poquito de español, y me señalaba con el dedo como si recordara cada detalle de la ciudad de cuando tenía la visión sana. El era cartero pero tuvo un problema en la retina y perdió la visión, pero no la alegría.
Brujas me gusta, me encanta, con sus carretas a caballo, sus músicos callejeros, sus lugares románticos, todo como en un cuento.
Me despido de la ciudad después de haberla recorrido a pié con una guitarra y mi mochila, ya tengo ganas de dormir. Tomo el tren a Londres, me falla una conexión y no tengo tren hasta el otro día, acá es cuando la historia se torna un tanto oscura.
Continuará…
Interrail día 2 Brujas
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