Into the woods nos cuenta la historia de varios personajes que conocemos muy bien porque hemos crecido con sus historias, pero a su manera, como si fuera un crossover de los cuentos tradicionales.
Una pareja de panaderos (James Corden y Emily Blunt) lo que más desea en el mundo es tener un hijo, pero no lo consiguen. Un buen día, una bruja (Meryl Streep) se aparece en su panadería y les explica que sobre la familia de él pesa una maldición que ella misma conjuró cuando, tiempo atrás, su padre le robó verdura de su jardín sólo porque su madre, que estaba embarazada de una niña (que la bruja después se quedó), tenía antojo. La bruja les pide que consigan ciertos ingredientes para un hechizo, a cambio de que ella rompa la maldición: una vaca blanca como la leche, una capa roja como la sangre, pelo amarillo como el maíz y un zapato tan puro como el oro.
Para buscar los cuatro ingredientes, los panaderos se integran en el bosque, aunque no son los únicos: Caperucita roja (Lilla Crawford) va a la casa de su abuelita y se encuentra con el lobo (Johnny Depp), Jack (Daniel Huttlestone) debe cruzarlo para ir al pueblo de al lado y vender su querida vaca y, mientras un príncipe (Billy Magnussen) conoce a Rapunzel (MacKenzie Mauzy), otro príncipe (Chris Pine) va en busca de Cenicienta (Anna Kendrick) que se ha marchado del festival del rey, a pesar de que su deseo era ir.
Y ahí está la palabra clave: deseo. Porque Into the woods trata sobre todo ese dicho que reza “cuidado con lo que deseas”, como bien se puede leer en el póster de la película (sí, me he dado cuenta al releer la entrada, bien por mí). Todos los personajes desean algo y eso marca la película que tiene dos partes claramente diferenciadas: la primera, que trata sobre cómo intentan cumplir sus deseos; la segunda, que cuenta qué hay después del final feliz, es decir, las consecuencias de dichos deseos.
Porque esto, como he dicho antes, es una adaptación de los cuentos clásicos, no de las películas Disney. Es decir, por mucho que pueda parecerlo, no tiene absolutamente nada en común con la serie Once upon a time, más allá de que mezclan personajes de distintas historias en una nueva.
Into the woods es oscura, inquietante y macabra y, sobre todo, no es nada recomendable para niños. No es que haya escenas muy fuertes o sangre como si fuera una película de Tarantino, ya que los responsables de la cinta son mucho más sutiles y muchas veces insinúan más que muestran (no vemos como la madrastra de Cenicienta le corta el talón a su hija para intentar ponerle el zapato, pero te dejan claro que lo hace). Básicamente no creo que un niño vaya a entender Into the woods... Qué narices, había cosas que me dejaron loca a mí en plan: WTF?!
De hecho, he de admitir que no tengo muy claro si Into the woods me ha gustado o no. La vi hace dos semanas y, aunque la he digerido y he pensado bien ella (para escribir la entrada, que yo escribiré tonterías, pero las pienso ;P) y no termino de decidirme.
La balanza se inclina hacia el sí, ya que considero que todo aquello que me dejó completamente a cuadros está hecho a propósito, lo que hace de la película algo muy original, que se sale del molde.
Y es que Into the Woods tiene mucho subtexto y esconde tras palabras y hechos en apariencia blancos un mensaje oculto mucho más oscuro. Así, cuando Caperucita habla, mejor dicho, canta sobre su encuentro sobre El lobo no está contando en realidad esa historia precisamente... Nop, para nada. O, por ejemplo, el príncipe de Cenicienta, más que encantador, resulta inquietante, como si fuera un depredador sexual o un Christian Grey retratado como debe de ser (no disfrazándolo de héroe romántico, vamos).
Eso sí, el número musical que protagoniza junto al otro príncipe (y que yo sospecho que está patrocinado por Danielle Steel o cualquier otra autora de novela romántica-erótica) es lo más y una se puede morir de la risa. Un aplauso para Chris Pine por no matarse en el río, mientras forzaba posturitas y se abría la camisa con dos manos. Sí, eso pasa, no me lo estoy inventando.
Y no sólo Chris Pine lo da todo, sino que todos los actores se entregan a sus personajes, por mucho que la gran mayoría de ellos sean tontos de remate. Es el pobre Jack el que se lleva el calificativo, pero casi todos los son, para qué mentir. De hecho, creo que salvo la bruja y la mujer del panadero no se salva nadie de ser un poco (o mucho) idiota. Eso sí, aunque creo que todos están muy bien y defienden sus personajes con soltura, para mí la gran estrella de la película es Meryl Streep, que sencillamente es una diva y está fantástica. Muy grande ella.
De hecho, la única nota discordante en el reparto es Johnny Depp, que aparece poco y no me terminó de cuadrar ni con la película, ni con el resto de actores. No sé, me pareció un poco fuera de lugar.
En cuanto a la música, que corre a cuenta de Stephen Sondheim, pues me pareció que era un poco monótona, como si todas las canciones tuvieran prácticamente la misma melodía. Tampoco eran canciones que se pegaran demasiado (a excepción de ese I wish tan repetido a lo largo del metraje) y, la verdad, ahora mismo no recuerdo la melodía de ninguna. Aunque sí que resultaban agobiantes en muchas ocasiones, lo que me parece acertado porque se supone que el interior del bosque es así, oscuro y agobiante.
Si queréis ver una película diferente y un cuento de hadas muy alejado de lo habitual, deberíais darle una oportunidad a Into the woods. Además, seguramente acabaréis echándoos unas risas, aunque sólo sea al flipar con lo que estáis viendo. En serio, cuando veáis el número musical de Caperucita Roja contándole al panadero su encuentro con El lobo, vais a flipar en colorines. Palabra.