19 octubre 2013 por araphant
De la wikipedia (las negritas son mías):
“La intolerancia se define como la falta de la habilidad o la voluntad de tolerar algo. En un sentido social o político, es la ausencia de tolerancia de los puntos de vista de otras personas. Para un principio social, es demasiado abierto para interpretación subjetiva debido al hecho de que hay una lista de definiciones sin fin para esta idea. En este último sentido, la intolerancia resulta ser cualquier actitud irrespetuosa hacia las opiniones o características diferentes de las propias. En el plano de las ideas, por ejemplo, se caracteriza por la perseverancia en la propia opinión, a pesar de las razones que se puedan esgrimir contra ella. Supone, por tanto, cierta dureza y rigidez en el mantenimiento de las propias ideas o características, que se tienen como absolutas e inquebrantables. Tiene por consecuencia la discriminación dirigida hacia grupos o personas (que puede llegar a la segregación o a la agresión) por el hecho de que éstos piensen, actúen o simplemente sean de manera diferente. Las múltiples manifestaciones de este fenómeno poseen en común la elevación como valor supremo de la propia identidad, ya sea étnica, sexual, ideológica o religiosa, desde la cual se justifica el ejercicio de la marginación hacia el otro diferente. El intolerante considera que ser diferentes equivale a no ser iguales en cuanto a derechos“.La policía francesa detuvo y deportó el pasado día 9 de octubre a Leonarda Dibrani, una estudiante de 15 años de origen kosovar y etnia romaní, en el aparcamiento de su instituto público mientras realizaba una excursión escolar y en presencia de sus compañeros de tercero de secundaria, que preguntaban a la adolescente y entre ellos qué había hecho para que la policía viniese a detenerla. Ironías de la vida, la familia de Leonarda (padre, madre y seis hijos) huyó a Francia intentando dejar atrás la persecución racial que sufrían en su país de origen.
Fue en 2010 cuando Nicolas Sarkozy decidió declarar la guerra a los gitanos (sobre todo rumanos y búlgaros) en situación irregular, iniciando deportaciones masivas pese a que desde la entrada en la Unión Europea de Rumanía y Bulgaria, sus ciudadanos (incluidos los de etnia gitana) tienen derecho a la libre circulación en los países de la Unión. Pero Francia impuso una moratoria por la cual, pasado un plazo de tres meses, deben tener un permiso de trabajo para poder quedarse legalmente en el país. Dice el Ministro de Interior francés, Manuel Valls (de origen español, otra ironía) que son las autoridades de Rumanía y Bulgaria las que tienen que hacer el esfuerzo de integrar a los gitanos, ya que “esas poblaciones tienen modos de vida que son extremadamente diferentes de las francesas”.
A comienzos de este mismo mes morían más de 300 personas en los naufragios de dos embarcaciones repletas de inmigrantes eritreos, somalíes y sirios en aguas mediterráneas cerca de la isla de Lampedusa, perteneciente a un país (Italia) cuya legislación, aprobada en 2008 por el Gobierno de Silvio Berlusconi, ha ayudado a procesar a pescadores y armadores por complicidad con la inmigración clandestina. Ahora la policía francesa detiene y expulsa a una adolescente de 15 años delante de sus compañeros de clase por pertenecer a una etnia que tiene unas costumbres diferentes. El problema no es la inmigración. El problema es pura y dura intolerancia.
Foto subida a Flickr por a_rajo bajo licencia Creative Commons (Attribution-ShareAlike)