Escrito por Pilar Fonseca y Hans Alejandro Herrera
Cucarachas ciborgs, competencia de glotones de arte y juegos de feria. Eso es lo que encontrarás si visitas Intrascendente, de los artistas Andrés Ennen (Lima, 1985) y Luis Enrique Zela-Koort (Virginia, 1994), una muestra con un discurso claro: es necesario reflexionar sobre el arte y el juego dentro en una cultura de mercado basada en la competencia, la diversión y la manipulación. La muestra ofrece varias piezas que llaman la atención y promueven la interacción de los asistentes.
El día de la inauguración de la muestra en la galería del Centro Cultural CCori Wasi, el protocolo se vio interrumpido cuando un maestro de ceremonia sorprendió a los asistentes con su atuendo y performance. El maestro de ceremonia invitaba a la gente a sentarse de a dos en las mesas que había en el centro de la sala, las cuales exhibían piezas comestibles de tres artistas consolidados: Banksy, Takashi Murakami y Andy Warhol. La competencia consistía en comerse lo antes posibles estas obras de arte. Luego, los 2 ganadores fueron a la ronda final, donde se disputaron la famosa calavera de Damien Hirst, hecha de chocolate.
Andrés Ennen es el artífice de la performance Glotones, la cual alude al arte como un objeto de consumo, mostrando la banalidad y la intrascendencia de una lógica del deseo que promueve el mercado capitalista. En este contexto, las piezas y el mensaje no importan. El objeto en sí es el que tiene el valor; un valor que se esfumó de un plumazo al ser devorado.
Otra pieza de Ennen en exhibición, Koons Machine, alberga el mismo concepto. Por el precio de 50 centavos, uno puede jugar a las típicas máquinas con una palanca de mando y una garra robótica que permite agarrar una de las réplicas del Balloon Dog, una pieza icónica del artista Jeff Koons. Estas piezas sucedáneas están hechas en resina de colores, cuya fragilidad refuerza el discurso de Ennen.
El display y el decorado de esta propuesta performática se presenta al estilo de una feria: muñecos inflables de colores chillones y figuras que recuerdan una escena infantil animan a la gente a jugar. Esta no fue una de esas típicas piezas de arte conceptual que la gente no entiende o no se anima a tocar. De hecho, esta puesta permitió ver los gestos más sinceros en algunos de los asistentes felices por ganar y, en otros casos, despertó el deseo de apropiación de lo ajeno (los redactores de esta nota participaron de este juego y disfrutaron/padecieron el gozo/frustración de ganar/perder).
Las obras de arte también son un bien del mercado, y las réplicas de los Balloon Dog creadas por Ennen nos invita a replantearnos el significado del arte moderno porque estas piezas no tienen ni cobran relevancia sin una persona que interactúe con ellas.
Otro aspecto interesante de esta propuesta es la música que acompaña al juego, una tonadita de clásico estilo ochentero y que recuerda al soundtrack de The Stranger Things. Durante la inauguración de la muestra, este fue la más pieza que promovió más interacción con los asistentes, al punto de que los perros de globo se agotaron antes de acabar la noche. Una joven que había jugado este juego en las ferias comerciales y nunca había ganado se manifestó muy conmovida de haber logrado un premio por primera vez. Si el arte es generar reacciones en quien participa de este, Koons Machine lo logró satisfactoriamente.
Cucarachas teledirigidas
Con el mismo ahínco, está el trabajo de Zela-Koort, quien presenta obras que también llaman la atención, las cuales tienen otros matices, pero no se alejan de los conceptos que propone Ennen. Una de sus piezas consiste en dos cucarachas de Madagascar que están conectadas a un dispositivo que emite señales en el cuerpo del insecto para hacerle creer que hay un obstáculo en el camino. Este obstáculo no existe, es la mera voluntad ajena mandando, vía señal bluetooth a través de una tableta digital, los movimientos a la cucaracha. Todo esto expuesto en una torre de acrílico transparente.
¿Hasta qué punto esas cucarachas pueden darse cuenta de lo que pasa? ¿Somos nosotros una analogía de esas cucarachas? Por lo general, las personas creemos que tenemos libertad de acción, pero ¿qué tan libres somos realmente? Estas cucarachas “ciborg” despertaron la curiosidad y la sorpresa de los asistentes, quienes se cuestionaron lo ético en la instalación y, aunque el artista se esfuerza por enmarcarlo en su propio discurso de creación, terminan por ser validos.
Por otro lado, Redundancias, también de Zela-Koort, consiste en un brazo robótico programado previamente con inteligencia artificial que le permite crear dibujos con tinta negra de manera automática. Sin descanso, el brazo robótico produce siempre piezas nuevas. Esto suspende la idea de un “genio creativo” y nos muestra la automatización del arte, hecho en serie, aunque siempre con un único trazo. Se refuerza y comparte la idea de lo trabajado por Ennen: desmitificar el arte y convertirlo en un producto/mercancía en sí.
MÁS INFORMACIÓN
Título: Intrascendente
Lugar: Galería del Centro Cultural Ccori Wasi (Av. Arequipa 5198, Miraflores)
Fechas: Hasta 30 de junio 2018
Horario: Todos los días de 11 am a 8 pm
Precio: Entrada libre