El Vasco Arruabarrena no fue el más lucido lateral izquierdo aunque supo levantar algunas copas y se identificó con la camiseta de la que es hincha, Boca Juniors. Retirado hace muy poco de la actividad profesional, es entrenador de un Tigre revelación que se encuentra puntero único, pero en zona de descenso directo por el maldito promedio.
Como jugador
Noche histórica: el 'Vasco' mete un doblete en la final ante Palmeiras
Arruabarrena debutó en Boca en 1993 aunque le costó agarrar ritmo de titular. Recién en el Apertura 96 se ganó un puesto y fue parte del famoso plantel de ‘Halcones y Palomas’. Al presenciar casi toda la década en el Xeneize vivió los primeros años con Bianchi y fue parte en aquella primera Libertadores. Su doblete ante el Palmeiras en la final de la Libertadores 2000 fue, según su criterio, su mejor partido. Luego de obtener el título internacional, se fue a Villarreal donde realizó una carrera destacable.
Llegó al Submarino Amarillo que a esa altura era poco más que un club de barrio. Siete años después al partir a Grecia, el club había jugado copas internacionales, había llegado a las semifinales de la Champions League y peleaba codo a codo con los grandes españoles. El salto de calidad con gran presencia de argentinos tuvo a Rodolfo como protagonista.
Su ocaso
En 2007 estuvo en el AEK de Atenas, pero Tigre lo tentó para volver en 2008 donde disputó cuatro torneos con buen nivel. Por diferencias con Caruso Lombardi, la U Católica lo buscó y en el país trasandino se despidió del fútbol en 2010. Ya eran otros aires para el Vasco que hacía el curso de entrenador y pensaba en retornar a Argentina por una cuestión familiar.
Su llegada a Tigre como jugador fue por medio de Diego Cagna, un amigo con quien compartió plantel en Boca. Meses después de su retiro y por recomendación del mismo, el Vasco comenzó su carrera como entrenador ante un público que le reconocía su buenos años en el club y sus dotes de actor.
Como entrenador
Dando indicaciones en un partido de Tigre
La incógnita se develó en el Clausura 2011 cuando un Tigre en la lona alcanzó un undécimo puesto. En el siguiente torneo, escaló cuatro posiciones aunque su fútbol y el plan de un equipo en reconstrucción tras algunos años de paréntesis, fue foco de muchos medios.
En su primer torneo insistió por tener dos laterales (Pernía y Rodales/Gastón Díaz), buscó a Román Martínez, mantuvo una columna vertebral defensiva (Islas, Echeverría, Castaño), explotó a Stracqualursi vendido al Everton y le dio protagonismo a Cachete Morales como mediapunta.
Clausura 2012
Actualmente es puntero al término de la quinta fecha luego de haber conformado un plantel y un equipo que se anima a jugar al fútbol y es quien mejor ha demostrado dentro de las líneas de cal. Con el regreso del Chino Luna, sin Traca y una base que se mantiene, parece haber encontrado la fórmula del éxito. Al inmerecido empate cero a cero vs. Racing en la primera fecha, lo siguieron cuatro triunfos consecutivos. Entre el 4-4-2 y el 3-4-1-2 va rotando encontrando diferentes y buenas versiones de un equipo versátil.
Recuperó a un Javier García destinado al cementerio en Boca, juntó jugadores de buen pie (Román, Morales), apostó por Orbán, mantuvo la expectativa en el inagotable Galmarini y los resultados están a la vista. El promedio es una voz de la conciencia que recuerda los errores del pasado aunque si sigue por esta vía, Tigre permanecerá en Primera.
Su estilo
A pesar de su poca experiencia, Arruabarrena desde un principio dejó las cosas en claro. Valora el tener la pelota, las sociedades y triangulaciones, cuenta con los laterales (prefiere la línea de cuatro) para sumar gente en ataque aunque la manera de jugar depende de los momentos y el estado de ánimo. Apuesta por el enganche como controlador del balón porque “no se juega a uno o dos toques como en España” y considera que de local o visitante se debe jugar igual.
Destaca a Pellegrini, Menotti y Bielsa aunque si tiene que elegir a uno es a Carlos Bianchi y no se olvida de nombrar a sus amigos Pizzi y Cagna. Su cuerpo técnico lo comparte con Julio Santella a quien tuvo como preparador físico en su época de jugador, Diego Markic como ayudante de campo con quien tiene una amistad y Belloso, entrenador de arqueros.
En materia de relaciones, busca mantener siempre la cordura y ser ejemplo para los jugadores. Lo que más le molestaba como jugador era la indiferencia de los entrenadores y dice que no aceptaría la falta de respeto de un dirigido. Sabe que el promedio los atosiga pero él quiere sumar: “Si sumás puntos, dejás de pensar en el promedio y, a la vez, podés aspirar a algo más. Pero hay que trabajar con tranquilidad, no hay que ser tan impaciente.”