Invaginación intestinal

Por Pequelia @pequelia

La invaginación intestinal o intususcepción es un cuadro digestivo agudo que se caracteriza por un dolor abdominal fuerte, súbito y similar al de un cólico, al que acompaña una flexión de los miembros inferiores sobre el abdomen. Se trata de un problema que afecta especialmente a los niños durante el primer año de vida, afectando a una media de 4 niños por cada 1.000. La intususcepción es una de las causas más frecuentes de obstrucción intestinal desde los 3 meses y hasta los 6 años de edad, en recién nacidos es algo bastante raro.

Esta situación se produce al deslizarse una parte del intestino dentro de otra, es como si esa parte del intestino se hubiera convertido en un catalejo, ya que se pliega sobre ella misma. Esto es un grave problema que debe ser resuelto rápidamente, ya que de lo contrario puede volverse grave. En la mayoría de ocasiones una invaginación intestinal se produce sin que se conozca el motivo, se cree que en la mayoría de los casos el desencadenante es una infección vírica intestinal, en el caso de niños más mayores la razón de sufrir este problema es la presencia de alguna estructura anómala en el intestino.
Los síntomas más característicos que delatan que se puede estar sufriendo una invaginación intestinal o intususcepción, es el reiterado llanto del bebé y el encogimiento de piernas como ya hemos indicado, a medida que la invaginación se agrava, las crisis de dolor son más fuertes y se prolongan en el tiempo. Con este problema, los niños se encuentran decaídos, tienen el pulso acelerado, respiran rápidamente y se muestran pálidos, algo que no ocurre con el cólico del lactante, ya que a pesar de la crisis, los pequeños se encuentran perfectamente y no están pálidos ni decaídos.

Como consecuencia de este problema, es habitual que los niños vomiten frecuentemente, en algunas ocasiones se puede detectar sangre en las deposiciones cuyo color es simular a la grosella. Ante alguno de los signos descritos, es necesario acudir al pediatra para que diagnostique la enfermedad, cuando el especialista palpa el abdomen puede notar la presencia de una masa en el vientre, cuando el diagnóstico no es claro, se opta por realizar una radiografía del abdomen para poder confirmar los signos de la obstrucción intestinal. Claro, que si la invaginación se ha producido de forma reciente, es posible que no se aprecie en la radiografía y sea necesario realizar una ecografía abdominal, con esta prueba se aprecia claramente el problema.

Por fortuna, muchos de los casos se resuelven sin tener que pasar por el quirófano, para ello se emplea un enema de aire o fluido, a través del ano se introduce el aire o el líquido por presión a la vez que se va controlando el procedimiento con una ecografía o con rayos X. Esta presión provoca que el trozo de intestino que se había introducido en sí mismo (como un catalejo), se deslice hacia fuera volviendo a su posición original. Si la invaginación es grave y se ha mantenido durante bastante tiempo, esta solución no podrá llevarse a cabo y será necesario realizar un tratamiento quirúrgico.

La invaginación intestinal se puede resolver sola, con la ayuda de los enemas o en los casos más graves pasando por quirófano. Los expertos explican que el tratamiento no se puede demorar porque existe el riesgo de que el intestino se perfore y el problema sería mucho mayor, por ello, ante los síntomas descritos hay que acudir al especialista. Hay que apuntar que el 10% de los casos resueltos de intususcepción sufren una recaída y debe volver a tratarse con los procedimientos descritos.

Según leemos aquí, la invaginación intestinal no tratada puede ser mortal en los lactantes, la razón es que la introducción del intestino puede obstruir el retorno venoso de la circulación sanguínea, lo que deriva en una congestión de la porción de intestino invaginada y dando lugar a una gangrena y posterior shock.

Foto | storyvillegirl

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