"Durante la guerra, miles de aviones se esfumaron, algunos durante misiones de combate y otros en vuelos de rutina. De todos ellos el mar se había tragado muchos. Algunos sobrevivieron a la caída, pero se perdieron en el mar o en islas. Y otros más fueron capturados. Al no lograr encontrarlos, los militares los declaraban como desaparecidos. Si no los hallaban en tres meses, eran declarados muertos."
Es desde este punto, el naufragio, desde el cual parte la historia (por medio de un prefacio) y a partir de ahí de nos va mostrando la vida de Louie. En esta primera parte de la historia todo se presenta como una cronología de datos y detalles, con un ritmo algo pausado desde mi punto de vista. Cuando llegamos el momento el accidente del bombardero, el estilo narrativo se torna mucho más ágil y los acontecimientos se suceden de forma que no puedes soltar las páginas. Es la parte que más me ha gustado y que más me ha impresionado.
Que la realidad supera la ficción no es nada nuevo, y que todos conocemos en mayor o menor medida las atrocidades cometidas en las guerras, tampoco lo es; pero eso no es óbice para que no deje de impresionarnos y no dejemos de conocer nuevos detalles de acontecimientos vividos por una persona en concreto.
Ejemplo de lo anterior es, por ejemplo, saber que los bombarderos que caían no solo lo hacían fruto del ataque del enemigo, sino que había muchos accidentes fortuitos, y quien lograba sobrevivir se enfrentaba a la dura aventura de hacer frente a los tiburones. Por otro lado, sabía de la existencia de los campos de concentración, pero desconocía los detalles de su funcionamiento en el caso de los japoneses, y es que pocas sociedades valoraban tanto la dignidad como los japoneses, pocas sociedades temían la humillación tanto como ellos. Seguramente esa sea la razón por la que sus soldados en la Segunda Guerra Mundial humillaban a sus prisioneros con celo y alevosía, mediante diversos tipos de abusos, esclavitud, experimentos químicos, sadismo...Todo con el objetivo de despojar a los hombres de aquello que más les dolía, porque si un hombre se aferra a su dignidad en esas circunstancias, a pesar de las pruebas físicas más extremas, su alma es capaz de mantener vivo su cuerpo mucho más allá del punto en que este debería haber claudicado.