Inventamos el mundo para tener dónde buscar aquello que ansiábamos

Por Javier Martínez Gracia @JaviMgracia

   “Tal vez es imposible descubrir fuera una verdad que no esté preformada, como delirio magnífico, en nuestro fondo íntimo” (Ortega y Gasset[1]).

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    “No es la inteligencia sino la voluntad la que nos hace el mundo, y al viejo aforismo escolástico de 'nihil volitum quin praecognitum', nada se quiere sin haberlo antes conocido, hay que corregirlo con un 'nihil cognitum, quin praevolitum', nada se conoce sin haberlo antes querido” (Miguel de Unamuno(2)).

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   “No basta la agudeza intelectual para descubrir una cosa nueva. Hace falta entusiasmo, amor previo por esa cosa. El entendimiento es una linterna que necesita ir dirigida por una mano, y la mano necesita ir movilizada por un afán preexistente hacia este o el otro tipo de posibles cosas. En definitiva, sólo se encuentra, lo que se busca y el entendimiento encuentra gracias a que el amor busca. Por eso todas las ciencias han comenzado por ser aficiones de aficionados (…) El amor busca para, que el entendimiento encuentre (…) El que busca no tiene, no conoce aún lo que busca y, por otra parte, buscar es ya tener de antemano y presumir lo buscado. Buscar es anticipar una realidad aún inexistente, predisponer su aparición, su presentación. (Ortega y Gasset[3]).



[1] Ortega y Gasset: “El Espectador”, Vol. VI, O. C. Tº 2, p. 526.

[2] Miguel de Unamuno: “Vida de Don Quijote y Sancho”, Madrid, Alianza, 1987, p. 115.

[3]Ortega y Gasset: “¿Qué es filosofía?”, O. C. Tº 7, pp. 383-384.