Sentado en el balcón, en invierno, Harry miraba la inmensidad con su torso desnudo. Estaba despeinado, su pantalón abierto, sus ojos transparentes. Lo observé unos minutos, estaba imperturbable, sintiendo cada bocanada de cigarrillo, cerrando los ojos del placer. Estaba posando para mí, toda la belleza de sus rasgos, del corte en la barbilla, de sus huesos flacos. Notaba su belleza aún más cuando se ponía reflexivo, vivía en un mundo que no mostraba. Casi nada le interesaba lo suficiente para apasionarlo. Estaba ahí, frágil e inseguro, esa era una parte de él.
Me acerqué enseguida a acurrucarme en sus recovecos, siempre tenía el cuerpo caliente, casi ni me miró. Siguió pensando, me acarició el pelo casi como una gentileza. Cuando reaccionó me tomó fuerte de los brazos y me puso enfrente suyo. Me movía como a un mueble, era una muñeca que iba y venía a su merced, esperaba todo el tiempo ese momento en el que él compartiera conmigo la vida real. Sentía a veces que lo hacía muy a su pesar, casi que le parecía todo inútil. El sentimiento trágico atravesaba cada uno de sus pensamientos, tanto que a veces me cansaba y me llevaba a amenazarlo con dejarlo sólo cosa que rara vez funcionaba para hacerlo entrar en razón por no decir que nunca solucionaba nada
Ahí, sentada enfrente suyo, la luz de la calle alumbraba la mitad de su cara, yo cubría mi cuerpo con su campera con capucha. Me miró fijo, serio y sin agitar un ápice su respiración, soltó:
-Cada minuto de tu presencia me molesta, me jode lo que fuiste, sos, lo que querés ser y todo lo que tenga que ver con vos. No me interesa casi nada de lo que querés hablar. No me interesa coger siquiera. Tampoco entiendo qué hacés acá conmigo, creo que el desinterés siempre fue visible. Te maltraté de las maneras más bajas, te insulté, te humillé, fuí cínico en cada oportunidad que tuve. No te oculté jamás mis amantes, te conté con detalles cada una de las veces que fui infiel, demostré deseos de seguir siéndolo, mi placer fue ver tu dolor ante cada palabra hiriente que te profesaba. Te separé de todas tus amistades condenando tu vida a la dependencia de mi capricho. Me generaste la peor de las violencias, miles de veces me contuve de golpearte, llegué a convencerme en algún punto de que eso querías con tu actitud rastrera, mansa, servil, rendida. Aún así estás acá, mirándome como una estúpida por la ventana, inventando una persona que no soy, imaginando una relación que no tuvimos, engrandeciendo mis flaquezas, convenciéndote de que todo va a salir adelante, pretendiendo un futuro feliz. Ahí estás fingiendo que esto es una película, que soy el galán, que después de todos los desencuentros llega el desenlace con el cual todas las adolescentes van a soñar y las viejas a llorar. Necesito que te vayas de acá, que ni siquiera intentes volver a contactarme, ante cada intento voy a volverme más violento, más cínico, más cruel, tan siquiera imaginas cuanto más abajo puedo llevar este infierno que vivís, cuanta paciencia para verte sufrir puedo tener, que tan poco me interesa lo que te pase.
Harry acabó el discurso y el viento hizo revolotear un mechón de su pelo. Todo el tiempo me había mirado fijo, con los ojos cargados de odio, con sus músculos tensos, con su cara inexpresiva. Me parecía más hermoso que nunca. Tuve la reacción espasmódica de abrazarlo, él se dejó abrazar.
"Te amo" Le susurré mientras mi cuerpo se pegaba cual garrapata al de él. El me acarició la espalda. Yo lo conocía y sabía que lo único que trataba de hacer con esas cosas era defenderse, tenía miedo. Él todavía no entendía que yo no me iba a rendir, él no sabía que yo había nacido para ayudarlo a ser feliz.