Invernaculo - Brian W. Aldiss

Publicado el 16 diciembre 2014 por Tomas

Título: Invernáculo (Hothouse)
Autor: Brian W. Aldiss. Escritor británico de Ciencia-Ficción, una de las principales figuras del movimiento New Wave originado en su país. Fue librero, editor, antólogo y pintor abstracto. Miembro de la Royal Society of Literature, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Liverpool, y Gran Maestro de la SFWA desde el 2000. En KindleGarten ya hemos visto otras obras suyas.
Año de publicación: 1962
Género(s) y estilo(s): Es una novela de Ciencia-Ficción blanda especialmente fantasiosa, en la que las cuestiones científicas están tratadas con poco rigor. Se puede considerar, con ciertos matices, una novela de Anticipación, por situarse en un futuro lejano, y contiene elementos literarios y argumentales propios de la Fantasía. 
Qué cuenta: Millones de años en el futuro, la Tierra y la Luna han detenido su rotación, mostrando siempre el mismo hemisferio al Sol, que está cercano a convertirse en una Nova. Esto ha provocado un crecimiento desmesurado de las especies vegetales, nuevas dueñas del planeta. Mientras, los humanos han quedado reducido a unos pequeños homínidos verdes que viven en estado primitivo, expuestos a constantes peligros, e intentando eludir a plantas hostiles e insectos depredadores.
"Invernáculo" se editó inicialmente en 1961, como cinco novelas cortas publicadas en cinco números (enero, febrero, abril, septiembre y diciembre) de la revista  Magazine of Fantasy & Science Fiction, con los títulos originales de "Hothouse", "Nomansland", "Undergrowth", "Timberline" y "Evergreen". El conjunto de las cinco novelas cortas recibió el Premio Hugo del año 1962 en la categoría de Narración Breve, y se incluye en la lista de David Pringle (las cien mejores novelas de la Ciencia-Ficción). En los Estados Unidos se editó una versión resumida retitulada como "The Long Afternoon of Earth", y no se publicó la versión íntegra hasta 1976. 

La edición española (Ed. Minotauro) que veremos aquí divide el texto en tres partes sin titular, de extensión bastante pareja, con un total de veintiséis capítulos numerados. 
Lo más destacable de "Invernáculo" es, a mi juicio, el escenario que presenta y la capacidad evocadora que tiene, la visualidad lograda por Aldiss, la imagen que transmite de un mundo futuro dominado por las plantas, que provoca en el lector una cierta sensación de inquietud. Veamos:
En un futuro muy lejano (millones de años, sin concretar), la Tierra y la Luna han detenido su movimiento de rotación, de manera que siempre tienen la misma cara orientada hacia el Sol. Éste está próximo a convertirse en una Nova, por lo que su calor y radiación es mayor que nunca. Estas circunstancias han provocado un desarrollo colosal (en tamaño y número) de las especies vegetales y la extinción de la práctica totalidad de los animales vertebrados. Vamos, que las plantas y los insectos son los nuevos amos de la Tierra. Mientras que los humanos se han convertido en unos hombrecillos de piel verde, corta estatura, que sobreviven en un estado primitivo y sin organización social. Su vida es precaria, son un blanco fácil para todo tipo de depredadores y su número decrece rápidamente, lo que los llevará, más tarde o más pronto, a la extinción. 

Es importante tener en cuenta (y aquí se observa el papel de la New Wave, que primaba el aspecto psicológico y social de los personajes frente a las cuestiones científico-técnicas, en el conjunto de la Ciencia-Ficción) que los postulados científicos de "Invernáculo" deben ser tomados con pinzas. Por mi parte, que soy un completo ignorante en ciencias duras, destacaría dos datos:
- El Sol está a punto de convertirse en una nova. No me he documentado sobre los conocimientos que se tenían en 1962 acerca del Sol en particular y las estrellas en general, pero hoy día sabemos que el Sol no podría convertirse en una Nova, para lo cual se requiere un sistema binario con una enana blanca y una masa mucho mayor que la que tiene nuestra estrella.
- La evolución de las especies. Aldiss parte de una postura lamarckista, no darwinista. En "Invernáculo", los seres evolucionan PARA adaptarse al medio y en función de éste ("la función hace el órgano") en vez de evolucionar mediante mutaciones y que aquellos rasgos que supongan una ventaja adaptativa al medio favorezcan a los más aptos ("el órgano hace la función"). Las teorías de Lamarck estaban totalmente desacreditadas ya en la época en la que el libro fue escrito.
Sobre otras cuestiones, como la posibilidad de que la Tierra deje de rotar, y las consecuencias de ello, no me atrevo a pronunciarme. En cualquier caso, nos quedaremos con lo importante, que es la fortaleza visual y las implicaciones emocionales que transmite la novela de Aldiss. 

Maticemos: El Hugo a la mejor novela fue para
"Forastero en tierra extraña" de Robert A. Heinlein.
"Invernáculo" ganó como narración breve. 


El hecho principal es, para mí, el cambio de situación que ha sufrido el ser humano: de ser la especie dominante en el planeta a ser su criatura más insignificante. De estar en la cúspide de la pirámide alimentaria, ha pasado a estar en su base. El humano es un ser mal adaptado al medio, que no puede competir con las demás especies en ningún ámbito. Ni tan solo conserva sus grandes armas del pasado: la inteligencia racional y la capacidad de organización social:
"Sólo cinco grandes familias habían sobrevivido allí, en ese mundo vegetal que todo lo conquistaba; las moscatigres, los abejatroncos, los plantantes y los termitones eran insectos gregarios, poderosos e invencibles. La quinta familia era el hombre, al que se mataba rastrera y fácilmente. No estaba organizado como los insectos, pero aún subsistía. Era la última especie vertebrada que había sobrevivido en todo el avasallante mundo vegetal."

Los humanos, ahora de corta estatura y envergadura (un quinto de nuestro tamaño actual), piel verdosa y esperanza de vida muy breve, se organizan en pequeños grupos sin contacto entre sí, con una estructura social muy primaria. Las mujeres ostentan el poder (hay una líder del grupo, de carácter indiscutible) y los hombres son sagrados, intocables salvo para la reproducción, por lo que son protegidos (por las mujeres) de todo riesgo. Carecen por completo de industria, viviendo en cáscaras vaciadas de unas enormes nueces. Su mortandad violenta es altísima, por medio de depredadores y accidentes de toda clase, y se resignan a ella con una simple frase: "Así va la vida". Sus creencias también son muy ramplonas y primitivas, portando cada persona un "alma", una figura tallada con su forma, que en caso de muerte debe ser llevada a la cima del bosque. No existe tampoco un culto organizado.

El escenario es grandioso: Una Tierra dividida en dos. Una parte en oscuridad, y otra totalmente invadida por la vegetación, cuya base es un único árbol, un baniano (Aldiss los conoció seguramente en sus viajes por Asia) que ha crecido y multiplicado sus troncos y ramas hasta ocupar por completo la superficie del continente, y en cuyo seno proliferan infinitas especies de vegetales e insectos; una Tierra de Nadie que separa la selva de los océanos, y éstos últimos también dominados por las plantas, lo que ha forzado a diversas especies animales, como los pulpos, a refugiarse en la arena de las playas. Es preciso resaltar que las plantas han ganado movilidad y autonomía, pudiendo muchas de ellas desplazarse y atacar a sus presas. Incluso hay seres que podemos caracterizar como híbridos de vegetal e insecto, como el travesero, una especie de arácnido vegetal, de una milla de largo, que ha salido al espacio, moviéndose cotidianamente entre la Tierra y la Luna usando una suerte de telarañas.
El listado de criaturas es amplio y de gran variedad, reflejando la exuberancia y la riqueza que Aldiss atribuye a esa Tierra del futuro, y resultan curiosos los nombres que les proporciona (así como su correspondiente traducción): torpones, silbocardos, termitones, moscatigres, bricatrepas, ostrabuches, aveveges, ajabazos, saucesinos, pelusetas, papelalas, espinaserras, chuparracos, treparrastras, olmobuches, trapacarráceos...
La ambientación resulta fantasiosa, tan imaginativa y alejada de nuestra realidad, que se adentra en el terreno de la Fantasía, y de no ser por un recurso empleado por el autor (el hallazgo, en un momento de la novela, de unos restos de nuestra civilización, que muestran que se llegó a dominar el viaje intergaláctico y que los humanos alcanzaron a usar a los simios como mano de obra barata) se podría extrapolar a cualquier mundo extraterrestre. 

La historia en sí misma es la aventura de un humano llamado Gren, un niño-hombre al comienzo de la novela, cuyo grupo se disuelve, pues los adultos deben "Subir" (en su religión, ascender a la cima de las copas del bosque para morir) y los niños deben formar su propio grupo. Gren se disputa el liderato con una niña llamada Toy y termina expulsado del grupo por ésta. Entra en contacto con otra comunidad, en la que conoce a una joven llamada Yattmur, que le acompañará en su periplo, junto con treinta guatapanzas, unos hombres que viven esclavizados por una planta y que, una vez separados de ella, se vuelven estúpidos y pusilánimes. Gren se unirá a un hongo parásito llamado morilla, que se conecta a su cerebro y se comunica con él, aumentando su intelecto y su racionalidad. Pero poco a poco se va mostrando más posesiva y manipuladora. La iniciativa de morilla termina llevando al grupo al lado oscuro de la Tierra, donde toman contacto con otras razas humanas y cobran conciencia, por boca de un pez inteligente y arrogante llamado Sodal Ye, de la trayectoria (bastante desvirtuada y simplificada) de la raza humana, y de la inminente destrucción de su mundo. Durante todo su camino, afrontan adversidades temibles, en forma de homínidos, plantas o insectos, acrecentados por el control que la morilla va tomando de la mente de Gren, y los maquiavélicos planes de ésta. 
Como novela, "Invernáculo" es algo irregular, y a partir de la Segunda Parte comienza a resultar un tanto monocorde. Esta monotonía se acrecienta por la presencia de los guatapanzas, pues Aldiss logra su objetivo de hacerlos irritantes y cansinos, con su continua autocompasión y su evidente idiotez; y por el papel preponderante de la morilla, por la que el lector acaba sintiendo verdadera antipatía. 

Portada estadounidense, con el título cambiado


Porque ya dijimos que "Invernáculo" transmite emociones, y Aldiss compensa su escaso rigor científico con un cuidado tratamiento de los personajes, que tienen matices y van evolucionando y madurando a lo largo de la historia. Y consigue que desarrollemos sentimientos por ellos. La morilla va desvelando poco a poco su verdadera naturaleza maquinadora, calculadora y egoísta, logrando que sintamos lástima por Gren, que le sirve de anfitrión, y que estemos deseando que se deshaga de ella. La sufrida Yattmur, su leal pareja, valiente e íntegra, soporta el mal trato que le dispensa Gren, sabiendo que no es dueño de sus actos ni sus decisiones. Los guatapanzas son simplemente insoportables, pero aún así indigna que Gren los golpee y espolee, condicionado por la aviesa morilla. 
Otra de las sensaciones que más vívidamente transmite la novela es la de desasosiego e inquietud, mostrando un mundo peligroso, hostil, poco acogedor, en la que los humanos están expuestos a peligro constante, y todo lo que los rodea es mortal para ellos. De igual modo, no existe unión ni alianza entre los grupúsculos humanos, que viven circunscritos a pequeñas áreas de terreno (la más común, las ramas medias de la selva, lejos del suelo y de las copas), lo que aumenta su debilidad.  Si bien no sentimos miedo en ningún momento, sí lo padecen los personajes, y terminan moviendo a conmiseración, pues todo posee garras, pinchos, espinas, frutos explosivos, ramas para golpear, lianas para atar, veneno, urticante... un mundo desaprensivo y cruel, donde las plantas se mueven, algunas muy rápidamente, y muchos vegetales e insectos son carnívoros o carroñeros.  
La desazón viene de mano del patético papel que juegan los humanos en el medio ambiente, donde incluso los insectos los han superado en importancia. En un pasaje, se puede ver que los termitones han elaborado su hogar de un modo que recuerda a nuestros rascacielos, teniendo hasta ventanales de mica transparente y elevadores, en los que viven con gatos como mascotas. 

Y lo más curioso es que, a mi juicio, al terminar la novela, no hay una conclusión, una tesis. O lo que es lo mismo, que Brian W. Aldiss no expresa una premisa clara con respecto a las decisiones de sus personajes una vez les es revelado el final de su mundo. De hecho, los protagonistas tomaran decisiones antitéticas, y el autor no hace juicios de valor sobre ninguna de las dos elecciones. 
Como apreciación personal, quiero destacar la potencia visual que tiene el texto, su expresividad. No voy a decir que Aldiss experimentase con drogas alucinógenas, pero muchos de los pasajes y de las descripciones que incluye "Invernáculo" parecen inspirados por visiones ocasionadas por psicotrópicos:
"Los árboles hambrientos y furiosos extendieron y sacudieron las ramas. Las zarzas dentadas desenroscaron los brazos. Las ortigas gigantescas menearon las cabezas barbudas. Los cactos ambulantes se arrastraron y lanzaron púas. Las trepadoras arrojaron bolas pegajosas al enemigo. Unas criaturas que parecían gatos, como las que Gren viera en el nido de termitones, pasaron como exhalaciones y se agruparon en las copas, listas para atacar. Todos los que podían moverse se movieron, acicateados por el hambre. En un instante, la Tierra de Nadie se transformó en una máquina de guerra."

Ilustración de Holly Mills basada en "Invernáculo" [aquí toda la galería]


Del párrafo anterior puede inferirse también que la novela abunda en acción, con gran número de escenas de luchas, escaramuzas y huidas, bien resueltas por el autor, narradas de manera clara, y que tienen el aliciente de estar protagonizadas por todas esas especies vegetales de aspecto y conducta tan amenazadoras. 
Como conclusión, "Invernáculo" es una novela recomendable, pese a su laxitud en lo científico, su tono irregular y su sensación de estar hecha "a retales" (a medida que transcurre la trama se van incorporando nuevas especies de homínidos, como los "pieles ásperas", un clan de lobos antropomorfos). Merece la pena aunque solo sea por su originalidad, por el cuidado estilo de su autor, por la fuerza que le imprime al texto, por su ejercicio de imaginación, y por ser un ejemplo de cómo comenzó a desarrollarse ese movimiento que fue la New Wave británica. Nos leemos!