Ayer, nuevo-viejo jueves negro. Sólo se salvó un valor en medio del desplome: el miedo. El miedo cotiza al alza, aumenta los niveles de audiencia y, por tanto de publicidad en radios, diarios y televisión y paraliza a los más débiles. Todo son ventajas. El miedo reina porque hace tiempo que los pequeños ahorradores huyeron del consumo en favor de este blue chip, que tiene detrás una industria que apenas necesita inversión, ya que se retroalimenta a sí mismo, ni mano de obra y con el que se obtienen pingües beneficios en muy poco tiempo. Demasiado tentador porque cuando todo se tambalea, el miedo se convierte en valor refugio. Los mercados han inyectado músculo para mantener vigoroso esta acción segura en alza constante. Y ya hay fecha para una nueva emisión de bonos: será a finales de este año o principios de 2012.
Ya nadie recuerda qué fue antes: el huevo o la gallina. ¿Fue la crisis fue la que arrastró hacia el miedo o fue éste el que provocó la crisis? Sea como sea, el miedo cotiza al alza y todo el mundo compra. ¿Quién está detrás de la colocación de tanto miedo en los mercados de forma controlada para que no se desplome su precio? Y peor aún, ¿qué vamos a hacer después con tanto miedo acumulado?