Un estudio realizado en la Universidad de California, San Diego, y en la Universidad de Yale (EEUU) ha revelado que las amistades, aunque no estén biológicamente emparentadas, se parecen entre sí genéticamente. El grado de similitud sería, más o menos, como el que mantenemos con un primo cuarto.
“Tenemos más ADN en común con la gente de la que nos hacemos amigos que con los extraños de una misma población”, asegura el genetista de la UCSD James Fowler, co-autor de la investigación, en un comunicado de dicha Universidad.
Los individuos que pertenecen a un mismo círculo social se parecen entre sí tanto como si fueran primos de cuarto grado, según un estudio divulgado el lunes que demostraría que las personas eligen amistades parecidas genéticamente.
La investigación se fundamenta en una base de datos del Framingham Heart Study del estado de Massachusetts (Estados Unidos), que comprende cerca de 1,5 millones de marcadores genéticos de personas interrelacionadas.
LA AMISTAD EVOLUCIONA
Los atributos compartidos entre amigos o "parentesco funcional" pueden conferir diversas ventajas evolutivas. En términos muy simples: Si tu amigo tiene frío, encenderá un fuego, del que tú también te beneficiarás.
Además, algunos rasgos fundamentales de nuestra especie, como el habla, solo pudieron surgir en el entorno de la comunidad. Según Fowler: "El primer hablante necesitó de alguien con quien hablar. La capacidad es inútil si no hay nadie con quien compartirla. Este tipo de rasgos en las personas son una especie de efecto de la red social".
Fowler y Christakis piensan que este punto explicaría por qué la evolución de nuestra especie se ha acelerado en los últimos 30.000 años, y que este hallazgo sugiere que el entorno social es en sí una fuerza evolutiva.
PARECIDOS Y DIFERENCIAS
Fowler y Christakis encontraron, por otra parte, que los amigos se parecen más unos a otros en determinados genes. Por ejemplo, en los relacionados con el sentido del olfato. Y se diferenciaban más en otros tipos, como en los genes que controlan la inmunidad.
Es decir, los amigos son relativamente más disímiles en su protección genética contra diversas enfermedades. La ventaja evolutiva de esta diferencia sería la siguiente: Tener conexiones con las personas que son capaces de soportar diferentes patógenos reduce la difusión interpersonal.
En su estudio, Fowler y Christakis desarrollaron asimimso lo que ellos llaman una "puntuación de la amistad", destinada a predecir qué personas serán amigas. Su fiabilidad es similar a la de las predicciones, a partir de los genes, de la probabilidad de padecer obesidad o esquizofrenia.
TEMA ABIERTO
La pregunta que emerge de todos estos hallazgos es la siguiente: ¿Cómo “hacen” nuestros genes para seleccionar nuestras amistades? Este es un debate abierto, explican los científicos. En el caso de las similitudes genéticas vinculadas al olfato, Fowler señala que podría ser que nuestro sentido del olfato y el de nuestros amigos nos atraigan hacia ambientes similares (por ejemplo, cafeterías, si nos gusta el olor del café).
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