Mi pájaro absuelto
a su rincón vuelve acongojado
como quien se pierde
en la nebulosa escena
del desencanto,
el frío invierno,
el resfriado,
los mocos,
la lagaña,
un par de lágrimas
y una taza de café
bien caliente
y con dos de azúcar
tratando de entibiar así
el ya para qué del alma,
el hastío,
la desesperanza,
el sinsentido,
la nada;
sin embargo sonríe
pero de manera silenciosa
no vaya a ser
que la tristeza lo escuche.