Euskadi está viviendo este mes de enero un invierno tropical, con temperaturas que superan los 20 grados e invitan a pasar más tiempo en la calle, compartir conversaciones en una terraza y disfrutar, en definitiva, de un clima benigno, que aunque sea por poco tiempo nos hace olvidar el pesimismo que invade nuestras vidas, gracias a las reformas de Zapatero, que, en realidad, son órdenes del mercado que el presidente del Gobierno acata y cumple como un alumno aventajado que quiere agradar al profesor para sacar buena nota.
Sólo espero que las centrales sindicales no le sigan el juego, ni den cobertura a sus atropellos, enmarañados en una presunta negociación que es toda una imposición. Zapatero lo tiene claro: entre consensos y reformas se queda con éstas últimas, sin importarle que las mismas atenten contra derechos sociales y laborales conquistados tras largos años de lucha. Sospecho que las centrales sindicales no están por la labor de convocar una nueva huelga general a nivel del Estado, pero si son coherentes no les quedará más alternativa. Zapatero ha elegido trinchera y ésta no es otra que el neoliberalismo. No nos engañemos.