Los saludos son carne de desaparición. Por ello, hay gente que se niega a saludar. Pero también hay gente que no necesita decidir entre lo invisible o lo carnoso, entre lo arraigado o lo fugaz. Simplemente sin esperar respuesta, ama lo que ve y lo que no.
Los saludos son carne de desaparición. Por ello, hay gente que se niega a saludar. Pero también hay gente que no necesita decidir entre lo invisible o lo carnoso, entre lo arraigado o lo fugaz. Simplemente sin esperar respuesta, ama lo que ve y lo que no.