Inxs, la banda australiana, editó en 1992 su octavo álbum de estudio titulado Welcome to wherever you are, donde dieron un giro a su sonido, además de cambiar de productor. Recuerdo que en esa época la juventud (hablo de una parte de ella, no de toda, obviamente, luego estaban las tribus de camiseteros heavys o los de Guns N' Roses, etc...) tenía una lucha de camisetas, unos llevaban las de U2, otros las de Depeche Mode y otros las de Inxs, aunque realmente el duelo era entre los australianos y los irlandeses, dos bandas nacidas casi a la vez y cuyas carreras hasta ese momento habían tenido una tendencia similar, llegando al éxito masivo en la segunda parte de los 80. Mientras U2 hizo un disco muy novedoso en 1991 y a la postre mítico cambiando su estilo y reinventándose, los australianos harían lo mismo en 1992 con este trabajo, pero se fueron curiosamente a mezclar el grunge imperante, con sonidos alternativos e incluso orquestas y sitares, siendo el resultado algo desigual. Pero a la vez, los singles no eran malos temas, ni mucho menos, de hecho hoy recuerdo Baby don't cry, con un estribillo facilón y algo repetitivo, pero cuyo aire me evocaba tiempos antiguos con ese toque orquestal.
Inxs, la banda australiana, editó en 1992 su octavo álbum de estudio titulado Welcome to wherever you are, donde dieron un giro a su sonido, además de cambiar de productor. Recuerdo que en esa época la juventud (hablo de una parte de ella, no de toda, obviamente, luego estaban las tribus de camiseteros heavys o los de Guns N' Roses, etc...) tenía una lucha de camisetas, unos llevaban las de U2, otros las de Depeche Mode y otros las de Inxs, aunque realmente el duelo era entre los australianos y los irlandeses, dos bandas nacidas casi a la vez y cuyas carreras hasta ese momento habían tenido una tendencia similar, llegando al éxito masivo en la segunda parte de los 80. Mientras U2 hizo un disco muy novedoso en 1991 y a la postre mítico cambiando su estilo y reinventándose, los australianos harían lo mismo en 1992 con este trabajo, pero se fueron curiosamente a mezclar el grunge imperante, con sonidos alternativos e incluso orquestas y sitares, siendo el resultado algo desigual. Pero a la vez, los singles no eran malos temas, ni mucho menos, de hecho hoy recuerdo Baby don't cry, con un estribillo facilón y algo repetitivo, pero cuyo aire me evocaba tiempos antiguos con ese toque orquestal.