A menudo llegamos a pensar que nuestra vida no vale nada o que estamos haciendo las cosas muy mal solo porque hemos creído a pies juntillas las historias que nos han vendido otros: yo siempre estoy bien, nunca me canso, siempre estoy motivado/a, nunca me equivoco, ¿llorar yo?, a mí no me afecta nada… No te dejes engañar, todos pasamos días (e incluso temporadas) mejores o no tan buenas y, desde luego, todos tenemos emociones, ambiciones y deseos aunque podamos sentirlos, vivirlos y lograrlos de formas distintas. Además, todos tenemos preocupaciones y dificultades.
Para durante un momento, mira a tu alrededor… Detenerse a descansar, bajar el ritmo o cambiar el rumbo no son sinónimos de haberse rendido ni de haber fracasado.
Yo misma he estado algo ausente estas dos últimas semanas (¡sé que lo has notado porque has reclamado nuevas entradas en el blog!) porque necesitaba descansar, reflexionar, trabajar la aceptación, recuperar fuerzas, escuchar a mi cuerpo, atenderme… Y es que somos humanos y perfectamente imperfectos, seres emocionales que sienten y que padecen. Nadie es mejor que nadie.
A continuación quiero compartir contigo un poema publicado por Timothy Ferriss y escrito por una niña enferma terminal en un hospital de Nueva York. Deseo que te guste y, sobretodo, que te acompañe a darte cuenta de lo importante que es aminorar la marcha para disfrutar de cada momento. No debes renunciar al esfuerzo ni a tus metas, puedes lograr cuanto te propongas aunque… Despacito, despacito. Porque la vida no hay que bailarla tan deprisa…
BAILE LENTO
¿Alguna vez has mirado a niños
montar en tiovivo?
¿O escuchado cómo la lluvia
cae golpeando el suelo?
¿Seguiste alguna vez el vuelo errático de una mariposa
u observaste el sol desvanecerse en la noche?
Aminora la marcha.
No bailes tan deprisa.
El tiempo no dura.
La música dejará de sonar.
¿Atraviesas con prisas días
que se te pasan volando?
Cuando preguntas: ¿cómo estás?,
¿escuchas la respuesta?
¿Al final del día
te tumbas en la cama
con los próximos mil recados
pululando por tu cabeza?
Aminora la marcha.
No bailes tan deprisa.
El tiempo no dura.
La música dejará de sonar.
¿Alguna vez le dijiste a un hijo
“lo haremos mañana”
sin ver por tus prisas
la pena en sus ojos?
¿Alguna vez perdiste el contacto?
¿Dejaste morir una amistad
por no tener tiempo
de llamar para saludar?
Aminora la marcha.
No bailes tan deprisa.
El tiempo no dura.
La música dejará de sonar.
Cuando corres tanto para llegar,
no disfrutas del camino.
Pasar un día agobiado y apresurado
es como tirar a la basura un regalo sin abrir.