La llegada de Netiflix a España, territorio pirata donde cualquier iniciativa cultural que conlleve la remuneración de los autores parece un chiste, está permiténdonos acceder a pequeñas perlas que era muy difícil encontrar hasta el momento. Entre ellas este documental sobre la maravillosa Iris Apfel. Podemos calificarla como icono de la moda, pero nos quedaríamos cortos. Sería mejor decir de la vida, de cómo afrontarla en cada momento con la ilusión de la infancia, cómo llenarla de color, pequeños proyectos y una mirada hambrienta que hace de la cotidianidad una aventura. "Iris", en cuanto filmación, se muestra deslavazada y simple, pero acaso el personaje no requería otra cosa que una cámara devotamente entragada a la tarea de registrar sus pasos lentos: la vemos curiosear por tiendas de alto nivel y mercadillos, escoger la pieza más inverosímil e incorporarla a su imagen con un atino sorprendente que da fe de su creatividad, y sobre todo perorar acerca de su relación con la moda con la naturalidad de quien se resiste a reconocerse brillante. El documental es también una historia de amor, la de la pareja entrañable que forma con su marido y la de ambos con el mundo. Viéndolo uno no sólo aprende a apreciar la importancia de los abalarios de tonos chillones, sino lo que de por sí reflejan acerca del mérito de nadar contra corriente, de aceptarse y pisar firme cada vez que se sale a la calle, pese a la frecuente incomprensión de la mirada ajena. Defensora de las viejas artesanías y la imaginación perdida en un universo cada vez más previsible, donde hasta las transgresiones se encuentran previamente establecidas y programadas, Iris Apfel representa a nuestros ojos lo mejor de una cultura que, como las fotografías antiguas de las venerables publicaciones de moda, amarillea sin dejar de resplandecer.
La llegada de Netiflix a España, territorio pirata donde cualquier iniciativa cultural que conlleve la remuneración de los autores parece un chiste, está permiténdonos acceder a pequeñas perlas que era muy difícil encontrar hasta el momento. Entre ellas este documental sobre la maravillosa Iris Apfel. Podemos calificarla como icono de la moda, pero nos quedaríamos cortos. Sería mejor decir de la vida, de cómo afrontarla en cada momento con la ilusión de la infancia, cómo llenarla de color, pequeños proyectos y una mirada hambrienta que hace de la cotidianidad una aventura. "Iris", en cuanto filmación, se muestra deslavazada y simple, pero acaso el personaje no requería otra cosa que una cámara devotamente entragada a la tarea de registrar sus pasos lentos: la vemos curiosear por tiendas de alto nivel y mercadillos, escoger la pieza más inverosímil e incorporarla a su imagen con un atino sorprendente que da fe de su creatividad, y sobre todo perorar acerca de su relación con la moda con la naturalidad de quien se resiste a reconocerse brillante. El documental es también una historia de amor, la de la pareja entrañable que forma con su marido y la de ambos con el mundo. Viéndolo uno no sólo aprende a apreciar la importancia de los abalarios de tonos chillones, sino lo que de por sí reflejan acerca del mérito de nadar contra corriente, de aceptarse y pisar firme cada vez que se sale a la calle, pese a la frecuente incomprensión de la mirada ajena. Defensora de las viejas artesanías y la imaginación perdida en un universo cada vez más previsible, donde hasta las transgresiones se encuentran previamente establecidas y programadas, Iris Apfel representa a nuestros ojos lo mejor de una cultura que, como las fotografías antiguas de las venerables publicaciones de moda, amarillea sin dejar de resplandecer.