Empezamos con nuestro recorrido por Irlanda en 10 días, el vuelo desde Santiago fue bien, salvo que salimos con más de media hora de retraso por una “especie de huelga encubierta” según palabras del copiloto.
Tras un control de pasaporte exprés, nos dirigimos a recoger el coche de alquiler. En la terminal hay un mostrador de todas las compañías que operan, pero como nosotros ya teníamos reserva nos enviaron directamente al edificio principal de Hertz. Para ello, tuvimos que bajar a la planta 0 y girar a la izquierda, ya en la calle, donde una furgoneta de la compañía pasó a recogernos.
Recogimos el coche y salimos directos a nuestro hotel, cerca de Newgrange.
Acordaros de llevar adaptadores de corriente
Llegamos al hotel en poco más de media hora. La señora del hotel, encantadora, nos dió la bievenida a Irlanda muy efusivamente y se ofreció a reservarnos un local para cenar, ya que pasaban de las 20 h y cerraban a las 20.30. Como estábamos un poco apartado de todo, aceptamos su ofrecimiento y nos fuimos directos a una brasserie, que también cuenta con el típico pub al que llegamos en medio de un partido de fútbol.
Aunque la señora del hotel se merecería que recomendásemos su alojamiento por lo bien que nos trató, lo cierto es que está fatalmente insonorizado, el cuarto de baño huele permanentemente mal y hay unas cuantas telas de araña. Aún así, para uno noche vale y además juega a su favor la cercanía con el complejo de Newgrange que íbamos a visitar ese día.
Ese día, teníamos en mente visitar Newgrange, Colina de Tara y Clonmacnoise. Nuestros planes fueron cambiando a medida que avanzaba el día. Cuando llegamos al complejo arqueológico de Brúa na Bóinne decidimos visitar también los túmulos de Knowth. La primera visita la teníamos a las 9.45 y la segunda a las 11.15. Desde el centro de visitantes parten los buses que te llevarán a los dos lugares o a uno de ellos, depende de tu elección. Nosotros hicimos la visita combinada (11 euros). Si hacéis como nosotros os harán falta unas 3h30 y ahí es donde me equivoqué al planificar la mañana, ya que yo contaba con visitar únicamente Newgrange y que nos llevase sobre una hora.
La verdad es que me arrepentí un poco de las visitas porque eran guiadas únicamente en inglés y no me enteré de muchas cosas.
A lo largo del día nos dimos cuenta de que no funcionaba el cargador del mechero del coche, por lo que no podíamos utilizar el GPS. Menos mal que llevábamos una aplicación de mapas offline en el móvil, Here, que nos quitó de unos cuantos apuros. Tras descargarnos el manual del coche en un McDonalds e investigar un poco en los fusibles del coche, nos dirigimos a una gasolinera y compramos una caja de fusibles. Lo malo, que perdimos mucho tiempo a lo largo del día. Sabíamos que la última visita a Clonmacnoise era a las 17.15 y el GPS nos decía que llegaríamos a las 17.20 h. Nos arriesgamos y llegamos allí a las 17.18. Vimos como la luz de las taquillas se apagaba ante nuestros ojos, pero no pudimos hacer nada para entrar. Tuvimos que conformarnos con ver un esbozo de lo que es desde la valla. Estuvimos pensando si valía la pena saltar el metro de altura que tenía!
Desencantados, nos dirigimos a Galway. Dejamos las cosas en el hotel y nos fuimos a cenar a uno de los locales que nos recomendaron en el hotel. El hotel está bien situado, a poco menos de 10 minutos del centro, lo que es un alivio porque hay muchas calles peatonales y no tenemos que comernos la cabeza pensando en donde aparcar.