El eterno dilema del tiempo. Ese recurso escaso por el que algunas veces haríamos lo que fuera, el que deseamos y anhelamos constantemente y por el que pagaríamos todo lo que tenemos sólo por un poco más. El tiempo, ese que otras veces ignoramos por completo, que dejamos pasar, que dejamos perder. Se nos olvida que ese recurso es finito, limitado.
No conozco el primer minero que haya encontrado oro en un río o en una mina y lo haya dejado pasar, que lo deje a un lado. ¿Por qué lo hacemos entonces con el tiempo?, ¿Te has puesto a pensar lo difícil que es conseguirlo? Tal vez por estar acostumbrados a posponer todo lo que se nos cruza enfrente y por estar tan confiados en que habrá infinitos “mañanas” es que nunca lo valoramos. Tal vez por estos motivos se nos olvida que puede llegar a ser tan o más preciado que el oro. A veces ponemos en perspectiva asuntos sin importancia, y olvidamos poner en perspectiva el hecho de que el tiempo es un recurso finito, y por eso, inmensamente valioso y poderoso.
Irónicamente, hablando del tiempo, necesitaríamos mucho de éste para alcanzar a medir la cantidad de veces y de horas que gastamos ideando formas de gastarnos el que tenemos, o por el contrario, inventando excusas y explicaciones de porqué malgastamos el que ya pasó y que no se aprovechó.
Los seres humanos tenemos dos actividades principales relacionadas con el tiempo del que disponemos:
- Pensar en cómo gastarlo y cómo distribuirlo.
- Inventar excusas de por qué se desaprovechó el que teníamos. Irónicamente, perdemos mucho tiempo excusándonos y pensando por qué no lo aprovechamos mejor.
Una persona, generalmente, tiene implícitos los dos comportamientos. La clave está en lograr que la balanza se incline hacia el primer grupo: Los que piensan cómo gastar y aprovechar el tiempo y que efectivamente lo hacen.
¿De cuál grupo prefieres hacer parte?
Si ya has leído nuestro blog antes, sabes que somos fanáticos de estudiar los efectos que cualquier situación pueda tener sobre nuestra mente.
En este caso, hemos identificado dos diferentes mentalidades:
Primer grupo — Pensar cómo gastar y distribuir el tiempo
El comportamiento de pensar cómo gastar y distribuir nuestro tiempo tiene un efecto “push” sobre la mente. Somos nosotros los que disponemos de la capacidad de empujarnos y de presionarnos a nosotros mismos a encontrar el tiempo necesario para hacer todo lo que queramos. Siempre disponemos de las mismas 24 horas, pero indirectamente a través de esta presión entraremos en un modo “ahorro” (tal como el que tienen las computadoras) en el que empezaremos a vislumbrar claramente maneras de eliminar tareas innecesarias y a optimizar y reducir los tiempos de algunas en las que estamos siendo ineficientes. Con cualquier actividad que realicemos, sin importar lo banal o pequeña que sea, encontraremos maneras de optimizar el tiempo y de conseguir más y más minutos para esas actividades para las que antes no teníamos tiempo y que nos generan valor. Al mismo tiempo, empezaremos a eliminar o a disminuir los tiempos de aquellas actividades que no nos generan valor o que no son tan relevantes.
Segundo grupo — Excusas por el desaprovechamiento del tiempo
En este grupo se presenta el efecto contrario al anteriormente mencionado. Este es el grupo de los “time dependents”, aquellas personas que viven paralizadas por el minuto a minuto, que nunca encuentran tiempo para hacer lo que les gusta. En este grupo existe la preocupación constante de ser aplastados por la cantidad de actividades, de trabajos y de tareas que tienen que hacer en un determinado periodo de tiempo. Se dejan presionar del entorno y de las circunstancias, y nunca activan el botón de “ahorro y optimización” que tanto conocen los del primer grupo.
La gran diferencia entre los dos grupos radica en la forma como afrontan la escasez de tiempo que en algún momento todos tenemos. El primer grupo lo afronta de manera proactiva, estando conscientes de que cualquier actividad o tarea es propensa de optimizarse en términos de tiempo y de recursos utilizados; Buscan constantemente ampliar el tiempo residual, ese que nos queda luego de llevar a cabo las actividades que recurrentemente hacemos en nuestro día a día, ese tiempo que nos queda para hacer lo que queremos hacer. Por el contrario, el segundo grupo simplemente se adapta y acepta la cantidad de tiempo residual que tenga. No se interesan por expandirlo.
¿Cómo pasar del segundo grupo al primero?
Olvídate de la costumbre de “contar minutos”. Esta práctica nos predispone constantemente a estar pensando en el minuto a minuto, no nos permite tener una perspectiva más amplia del tiempo y de cómo aprovecharlo mejor. En lugar de esto, ten la costumbre de llevar un calendario semanal o mensual y unos objetivos trimestrales de nuevas actividades que quieras desarrollar. Enfócate máximo en una nueva actividad por trimestre.
Empieza a adoptar la mentalidad del “eliminador” o el “ahorrador”. En cada actividad que hagas, sin importar lo insignificante que sea, empieza a pensar en términos de cómo ser más eficiente y cómo optimizar el tiempo que dedicas a ellas. ¿En realidad son necesarios 50 minutos para estar listos antes de ir a nuestros trabajos? ¿Son necesarios los 30 minutos que te gastas leyendo noticias y páginas web en internet antes de empezar a trabajar? La lista de pequeñas actividades que podemos optimizar es interminable.
Establece fechas y límites de tiempo. Recuerda, no existen infinitos mañanas. Si no establecemos una fecha concreta, o por lo menos tentativa para nuestros planes, existe un 99% de probabilidad de que nunca se materialicen. Trata de eliminar esa mentalidad de “aprenderé a tocar guitarra cuando me jubile” o “me gustaría aprender a bucear, algún día lo haré”. ¿Estás seguro de no haces estas actividades por falta de tiempo? ¿Será tal vez que te falta distribuirlo mejor? ¿Será tal vez que te da miedo empezar a tocar guitarra y fallar en el intento? ¿Será tal vez que te da miedo salirte de la zona de confort que implica a aprender a bucear? Establecer límites y fechas concretas ayuda a organizar mejor el tiempo y encontrar los momentos específicos para realizar las actividades que queremos.
Tal vez una buena manera de pedir tu membresía para hacer parte del primer grupo sería que empezaras a aplicar en tu vida estas tres recomendaciones.
Juan Esteban Bravo Álvarez
Obsesionado con ayudarle a entender a la gente que simple es mejor y que la simplicidad está subvalorada.
Convencido de que el recurso más importante no es el dinero, es el tiempo. Con más tiempo se puede hacer más dinero, con más dinero no se puede hacer más tiempo.
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@nuevageneraxion