Tener el privilegio de ser testigo del renacer de un arte perdido en las empolvadas cintas cinematográficas de los archivos del ICAIC es si dudas una de las mayores satisfacciones que me proporcionó disfrutar desde una de las lunetas del cine “Yara” de “Irremediablemente juntos”, filme musical y en plural del director cubano Jorge Luis Sánchez.
Basado en la puesta teatral Pogolotti-Miramar, de Alexis Vázquez, el largometraje explora conflictos de la realidad cubana actual, a través de la historia de amor de Liz y Alexander, quienes encuentran en sus familias una oposición a su relación.
Al descubierto queda el racismo prendido en la sociedad cubana, sobreviviendo bajo una piel de igualdad impuesta durante décadas, sobre el tapete quedan además un sinnúmero de requerimientos morales y cívicos de nuestra sociedad. Pero desde el abordaje del tema racial, la cinta sobrepasa el conflicto y llega a reflejar otros asuntos de la Cuba de hoy, como la corrupción, la doble moral, la hipocresía, el tráfico de influencias, el oportunismo, las desigualdades económicas, entre otras contradicciones que calan en el alma del cubano actual.
Arriesgada la empresa de Jorge Luís Sánchez de asumir la realización de un drama musical en una isla donde al cine se le había olvidado que la música nos corre por las venas, y además de ser actuado, también se puede cantar y bailar. Es un riesgo hacer algo diferente de los clásicos musicales de Hollywood, pero a mi entender se superó a sí mismo. Respeto su afán de desengrasar esa maquinaria que durante años ha permanecido oxidada en las manos de centenares de creadores cinematográficos, y aún cuando ciertos críticos especializados puedan desmembrar algunos momentos de la cinta, le asiste a Sánchez el mérito de convertirse en redescubridor de esas potencialidades existentes en nuevos y en consagrados.
Los noveles Orian Suárez y Ariadna Núñez se unen a Blanca Rosa Blanco, Fela Jar, Abelardo López, Monse Duany y Mireya Chapman, entre otros, para conformar un elenco que representa desde su diversidad en el orden creativo y personal la esencia de la cita. Además, a ellos se funden, en calidad de invitados, los primeros bailarines del Ballet Nacional de Cuba: Anette Delgado y Dany Hernández.
A decir de la periodista habanera Katia Pupo Campoalegre, uno de los grandes méritos de “Irremediablemente juntos” es la acertada utilización de la música para ilustrar los momentos esenciales del filme, por lo que alcanza gran relevancia, ya que resulta un instrumento expresivo de vital importancia. Para lograra esto, el director se agenció de grandes exponentes de la trova contemporánea cubana como Fidel Díaz, Eduardo Ramos, Alfredo Felipe, Silvio Alejandro, Pedro Beritán, Nelson Valdés, Fernando Bécquer, Juan Manuel Ceruto y Tony Ávila; este último aporta cuatro composiciones, entre las que destaca “Mi casa.com”, que deviene protagonista de una de las escenas más conceptualmente integradoras del filme, así como la que se interpreta en el final. Todos los actores doblaron las canciones que interpretan como parte de su intervención en el filme. Esta es una cinta en la que se canta y se baila de principio a fin, desde una perspectiva muy cubana. De hecho, respeta la obra original pues es una pieza teatral completamente musical.
Otros elementos se deben destacar, como la orquestación, las coreografías, el desempeño actoral, la producción, la banda sonora, pero sólo señalar algunas actuaciones forzadas en el ánimo de la fidelidad al teatro musical que desentonan en algunos momentos la fluidez de la obra.
Jorge Luís Sánchez sorprende por segunda vez a un público cubano que necesita que las propuestas de nuestra filmografía se alejen de una vez y por todas del cliché, las escenas obligadas, los temas recurrentes, las concesiones comerciales, el coqueteo con las exigencias foráneas.
No me considero especialista, comentarista o crítico de cine, pero desde mi humilde posición de espectador en una de esas lunetas perdidas dentro de la gran sala oscura que a todos nos conmueve, me mantuve absorto ante la puesta y por mi mente pasó una y otra vez el agradecimiento a quienes le dieron vida a “Irremediablemente juntos” y confieso que despertó mi avidez por el teatro musical llevado al séptimo arte, algo que se encontraba dormido por la falta de propuestas motivadoras. Al encender las luces aún más de la mitad de los espectadores en la sala cinematográfica del “Yara” permanecía sentada, no sé si esperando más o procesando aún esta obra que estoy seguro dará mucho de qué hablar dentro y fuera de Cuba.