Aparte de este tipo de migraciones, hay otras especies que cada cierto tiempo aparecen en números mucho más elevados de lo normal en zonas en las que son invernantes escasos o irregulares. Estos fenómenos se suelen producir en especies que habitan en ambientes boreales, en los que se pueden producir episodios de abundancia de fructificación de algunas especies de árboles y arbustos que tendrán como consecuencia un incremento del éxito reproductor y la supervivencia juvenil. De esta forma, en estas especies es habitual que sus poblaciones sufran importantes fluctuaciones interanuales y en años de abundancia de población se producirán movimientos masivos de aves que emigrarán al sur en busca del alimento que necesitan.
Estos movimientos, que se producen de forma irregular y no predecible, reciben el nombre de irrupciones y han sido muy estudiadas en algunas especies de fringílidos, como los pinzones reales (Fringilla montifrigilla) o de Bombicílidos, como el Ampelis europeo (Bombycilla garrulus). Estas especies se alimentan de bayas y semillas y durante esas irrupciones masivas pueden llegar incluso a zonas muy alejadas de sus zonas habituales de invernada.
Este año parece que le ha tocado el turno al Picogordo (Coccothraustes coccothraustes), un fringilido de gran tamaño, que aunque se reproduce en pequeños números en algunas zonas del centro y sur de la Península ibérica, sus mayores poblaciones se encuentran en zonas boscosas del centro de Europa.
A finales del mes de octubre, los ornitólogos británicos ya alertaron de la irrupción de estas aves en muchas zonas de Gran Bretaña, donde aparecieron grandes grupos repartidos por prácticamente toda su geografía. Los picogordos tienen un pico muy fuerte, capaz incluso de partir huesos de aceituna, y por eso suelen reunirse en árboles como los almeces (Celtis australis), las espineras (Crataegus monogyna), los tejos (Taxus baccata) o los carpes (Carpinus betulus).
Durante las últimas semanas se ha registrado un importante movimiento de picogordos en muchas zonas de Asturias. Estas aves durante el invierno suelen pasar desapercibidas debido a su comportamiento discreto y a que en la cordillera cantábrica se alimentan sobre todo de hayucos, que se encuentran muy repartidos por los hayedos, pero este año, debido a la escasez de estos frutos, se han dispersado por zonas bajas de campiña, apareciendo incluso grandes grupos en algunos parques de ciudades como Oviedo, donde los hemos visto alimentarse hace un par de días en pequeños grupos de carpes.
En los últimos años y gracias al análisis de series largas de datos, tanto de fenología de aves como de datos climatológicos, se ha podido identificar un patrón climático que puede ayudar a predecir este tipo de irrupciones. Según un estudio realizado en América del Norte, usando el Lúgano americano (Spinus pinus) como especie modelo, la producción de semillas en un año determinado depende de las condiciones climáticas experimentadas durante los dos o tres años anteriores de forma que es posible predecir irrupciones con hasta dos años de antelación (Strong et al., 2014). Pero lo más sorprendente es que estos investigadores encontraron un patrón que oscilaba entre el este y el oeste que influía en las migraciones de aves. Cuando el clima es húmedo y frío y desfavorable para la producción de semillas en una zona, era más cálido y seco y favorecía la producción de semillas en la otra región, por lo que las aves siempre podían encontrar una zona con suficiente alimento moviéndose de una zona a otra.
Patrones climáticos y modelo predictivo de irrupciones de Lúganos americanos entre las zonas Este y Oeste (Strong et al., 2014)
La pregunta que se hacen estos investigadores es si el actual escenario de cambio climático podría perturbar este "acoplamiento" entre el este y oeste, de forma que las condiciones desfavorables para para producción se produzcan simultáneamente, lo que dejaría a las aves sin alimento en algunos años.
Referencias
- Strong C, Zuckerberg B, Betancourt JL & Koenig WD (2014) Climatic dipoles drive two principal modes of North American boreal bird irruption. PNAS 112 (21) E2795–E2802, doi: 10.1073/pnas.1418414112