Finalmente mi madre no se equivocaba. Isabel terminó
contándonos como a veces no entiende lo que le sucede,
pero echa en falta algo. Nunca se lo ha dicho a Manuel,
porque piensa que no la entendería y ella tampoco sabría
explicárselo. Manuel es trabajador y ha procurado darle
a Isabel todas las comodidades que pudiera necesitar.
Aunque Manuel es una persona que no exterioriza sus
sentimientos. Es de esa clase de personas que parece que
no sienten ni frío ni calor. Por eso Isabel piensa que no
puede echarle nada en cara a Manuel. Él siempre ha sido
así y ella no puede echar de menos aquello que nunca tuvo,
pero que conoce porque lo ha leído en novelas y visto en
películas. Entonces Isabel piensa que solamente le queda
imaginar cómo sería si tuviese aquello que echa en falta.
Ella se imagina cómo sonaría un “Buenos días cielo”
dirigido a ella. O un ¿Qué tal ha ido el día, cariño?” O
un simple “Te quiero”. Se imagina cómo sería un detalle
cualquiera. Cómo sería sentir un beso en la frente o en la
mejilla sin ella pedirlo y sin esperarlo siquiera, o un abrazo
inesperado. Se imagina cómo podría sentirse después de
una velada de sexo, en la que fueran también partícipes la
ternura y el cariño. Pero sólo se lo imagina, pues no sabe
lo que es todo eso, porque nunca lo ha tenido.