Año: 2016
Editorial: Pie de página
Género: Novela
Valoración: Está bien
El miércoles de esta semana se celebra el día de la mujer trabajadora y en Libros Prohibidos lo vamos a celebrar reseñando únicamente libros escritos por autoras. Y empezamos por Los seres infrecuentes, segunda novela de la periodista Isabel Garzo.
La muerte del abuelo de Brais, la persona que se encargó de criarle desde que tenía tres años, hace que este decida ir a visitar por primera vez su pueblo de origen en Galicia. Allí, Brais descubrirá detalles desconocidos sobre su pasado y sobre su propio abuelo que le harán entender el mundo de otra forma.
Con Los seres infrecuentes vuelve el gusto por la narración pausada, por la magia que encierran las casualidades, por las vidas cruzadas, por las consecuencias de nuestros actos a lo largo de los años. La obra propone una estructura partida en tres: la historia de Brais, un padre de familia que acude a Rumanía para adoptar a su segunda hija; el relato de una pareja ideal; y el país de Lis, un cuento fantástico lleno de imaginación. Al principio, con estos saltos tan repentinos entre capítulos, cuesta encontrar la lógica en la narración, pero poco a poco, mediante se va entrando en calor, todo va ganando su significado. En el último tercio del libro ya parecería un error que fuera de otra forma.
Pese a sus 190 páginas, no es esta una de esas obras que te puedas leer de un tirón. Creo que tampoco es la intención de la autora. La idea es ir despertando sensaciones en el lector, ayudarle a detenerse en pequeños detalles, dejarle que se pierda en este jardín con forma de laberinto. Isabel Garzo propone un juego y para participar, y también disfrutarlo, es necesario poner los cinco sentidos en la narración.
Referente a esto último viene mi mayor problema con esta obra. No sé si es debido a que no he prestado suficiente atención, pero me he salido varias veces de la lectura. Muchas, en realidad, las mismas que he vuelto a entrar. Esto es, al mismo tiempo, bueno y malo. Es bueno porque Los seres infrecuentes tiene esa capacidad tan extraordinaria de envolver al lector, pero a la vez es malo por esa tendencia a sacarte de sus hojas, a hacerte perder el hilo a la más mínima. Y es que no he conseguido conectar con las historias tanto como creo que habría podido. Tengo la sensación de que esto viene motivado por el protagonista, Brais. Me ha resultado bastante desdibujado, pasivo y soso, siempre arrollado por los otros personajes, que sí tienen mayor fuerza y son capaces de despertar mayor interés. Veo mucho más sugerentes los episodios donde son otros quienes tienen el protagonismo o, al menos, quienes dirigen la acción.
Esta es mi visión particular de Los seres infrecuentes, y me da rabia, porque me ha faltado esa conexión con el texto para tener una experiencia redonda, y es peor cuando sé que se trata de un libro disfrutable a muchos niveles. Por eso mismo, dejo abierta la puerta .
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