Pilar Juncosa 7
07014 Palma de Mallorca (Islas Baleares)
Habitación: 016Fecha de entrada: 21/03/2016
Tarifa:
A un paso del Castillo de Bellver; a unos cuantos más del Paseo Marítimo y a otros más del centro histórico de Palma, en la zona alta de la ciudad encontramos una parcela con dos edificios de corte moderno. Uno de siete alturas, el otro, más pequeño de tres. Un pequeño jardín con más cemento que verde los separa. En el de la izquierda, el más alto, se encuentra la recepción a la que se accede tras unas puertas de cristal automáticas. Mucha luz, natural de día (no en vano todas las paredes son de cristal) y artificial, algo fría, de noche. Mármol color curdo en el suelo. El espacio, de techos bajos alberga separado por cristales el bar y el restaurante buffet. La sensación es de calma y tranquilidad. Madera y mármol negro en el mostrador de recepción, en forma de U. Dos posiciones de ordenador. Dos recepcionistas.
El mismo rollo de siempre. La tarjeta, el DNI, a copiar datos y más datos. Aunque el trato es simpático y amable da la sensación de que están haciendo más cosas a la vez que nuestro check in. Es imposible tardar tanto. Por fin nos entrega la llave de la habitación y la clave del wifi. Es gratuito, en todo el hotel, pero cada media hora aproximadamente se corta y hay que volver a introducir la contraseña. Nuestra habitación está situada en la planta calle del edificio de enfrente. En él se encuentra el SPA.Unas escaleras y otra puerta automática de cristal nos lleva a un recibidor doble en el que se encuentra el ascensor, las escaleras y el acceso a la primera planta. El pasillo es corto. Pero algo frío. pese a la madera clara de las paredes y puertas y a la moqueta azul -bastante deteriorada- del suelo. Al fondo, justo antes de nuestra habitación, una puerta de cristal lleva a una terraza.
Introducimos la tarjeta en la puerta y el espacio de la habitación resulta agradable y nueva. Suelo de madera clara bastante bien cuidada, paredes en un gris muy claro. Se le nota renovado, porque hay algún detalle que recuerda tiempos pasados: el mando del aire acondicionado, y la puerta de madera de un armarito cerrado con llave que debe guardar el cuadro eléctrico.
El remate de la habitación es una enorme cristalera que da paso a una coqueta terraza con vistas a la calle posterior del hotel. Dos sillas y una pequeña lampara. La ventana la protege un foscurit y un visillo en tonos azul metálico algo hortera. y que además no consigue hacer parar la luz del Mediterráneo por la mañana. El hotel es tranquilo, y el barrio también, por lo que la insonorización exterior es perfecta. No así la interior. Desde la habitación se escucha excesivamente cualquier cosa que pase en el pasillo y en las habitaciones contiguas. El aire acondicionado, que se maneja desde un antiguo display que no ofrece la función de auto no sabemos si funciona o no. Parece que no es necesario y no pasamos ni frío ni calor, pero por la máquina no notamos que salga aire alguno.
Frente al escritorio encontramos la cama. Cómoda, pero sin tirar cohetes. Vestida en blanco con sábana y manta y un plaid grisáceo en los pies. Cuatro almohadas de distinto grosor y dureza. Doble. Grande para ser individual, algo justa para ser de dos personas. A cada lado una mesilla sobre las que hay varios enchufes e interruptores. En una de ellas se presenta el teléfono y una pequeña guía con los servicios del hotel. Detrás de la cama, un largo cabecero de madera blanca en el que se empotran dos lámparas de noche que son las únicas luces de la habitación, de las que cuelgan dos lamparitas de lectura de correcto funcionamiento. El interruptor de la luz de la mesilla apaga toda la luz. No hay mucha, la verdad.
Frente a la ventana, al otro lado de la cama, está el armario. Tres piezas. Una es un armario ropero de colgador alto protegido por un cristal traslucido. En medio hay otra zona en la que se ofrece el minibar (con sólo dos botellas de agua) y unas estanterías de cristal con un par de vasos. En la tercera parte, también con puerta de cristal traslúcido, hay varias baldas y la caja fuerte además de la gamuza limpiazapatos.
Frente al lavabo el bidet, el inodoro, y una escobilla de baño que da un poco de repelús. El inodoro tiene la cisterna incrustada en la pared y dos pulsadores sobre la pared permiten la descarga. El baño se remata con una enorme cabina de ducha protegida por una puerta de cristal. Dentro de la ducha, hay una tira de ventana de cristal traslúcido que deja pasar la luz de la calle. La presión y el caudal resulta formidable, aunque la falta de mantenimiento de la alcachofa hace que el agua salga disparada en varias direcciones.
Dos toallas más completan el set lencero muy nuevo y generoso en dimensiones y en calidad.
A la salida por la mañana no nos preguntan por el minibar, pero el trámite para cargar los datos de la empresa, la factura y demás resultan un poco tediosos. Al menos el trato es cercano y cordial. Sin más.
Calidad/precio:
Servicio: 7Habitación: 7
Baño: 8
Estado de conservación: 8
Valoración General: 7.5