Con la llegada del otoño, van apeteciendo los conciertos a techo cerrado y si es en un bonito auditorio con unas cómodas butacas, mejor que mejor. En este caso se cumplió el 50% de nuestros deseos: me he sentado en piedras más cómodas. Las más de 3 horas de recital que ofreció Ismael Serrano en el Palacio de Congresos de Albacete no me alcanzaron para encontrar la pose cómoda que buscaba.
Pataletas aparte, el cantautor madrileño nos vino a presentar su séptimo disco de estudio, Acuérdate de vivir, probablemente su colección de canciones más certera desde los ya lejanos primeros 3 discos.
Lo primero de todo, los conciertos de Ismael han evolucionado hacia algo muy distinto del estereotipo clásico. No solo la ambientación que suele recubrir el escenario de una magia que te introduce en su mundo, si no que se le ve más cómodo en su faceta de contador de historias que en la de cantante. No creo exagerar si digo que de las 3 horas de show, más de 60 minutos fueron hablados. El que quiera escuchar música y sólo música debe de elegir otra opción.
Particularmente, más allá de ideologías, hace años que me atrae más lo que cuenta y como lo cuenta que lo que canta y como lo canta. Sé que es difícil de entender, pero escuchar alguna de sus historias y no quedar obnubilado se me antoja complicado.
Ah si! Música. Hubo tiempo para repasar sus grandes temas de siempre (me encantó escuchar por primera vez en vivo Ana), no todos porque su colección de éxitos es ya de una proporción considerable, y de enseñarnos por primera vez en directo sus nuevas canciones. No todas lucen tan esplendorosas como en el estudio, ni tan siquiera interpretó algunas de las más acertadas. Afortunadamente no obvió mi favorita, probablemente entre las 5 mejores de su carrera: Te vas, la metáfora del dolor en forma de canción.
Después de 3 largos bises, el último ya con las luces del recinto encendidas, abandonó el escenario. Quizás algo más viejo, como todos los que seguimos coreando sus primeros éxitos.
"Vuelvo"