Barba y kipá en el cuartel El Ejército israelí se acomoda al estilo de vida 'haredim' para seducir a los ultraortodoxos que se niegan a alistarse,
A mediodía, la Kyria, el cuartel general de las fuerzas armadas israelíes es un hormiguero de uniformados, que se dirigen a las cantinas, donde les sirven un almuerzo subvencionado. La mayoría son muy jóvenes. Hay hombres y mujeres. Los hay que llevan kipá y los hay que no.
En uno de los comedores se concentran los soldados religiosos. Allí pueden elegir entre distintos platos de comida kosher, según su grado de observancia religiosa y la corriente del judaísmo a la que pertenezcan. En la pared cuelga el certificado rabínico que garantiza que los alimentos que van a comer están elaborados respetando las leyes del judaísmo ortodoxo. De postre hoy hay polo de hielo, sin trazas de leche para respetar el dictado bíblico que prohíbe mezclar leche con carne en la misma comida. Garantizar a los soldados religiosos su alimentación es una de las medidas con la que el Ejército israelí quiere asegurarse de que los haredim —literalmente temerosos de Dios— que quieran servir en el Ejército puedan hacerlo.
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