Safed es también lugar de artistas y por lo que vamos viendo, si tiene un aire bohemio. Nos alojamos en el Ruth Rimonim Hotel, un lugar precioso que albergó un Khan de 700 años de antigüedad, que se extiende con fabulosos jardines, ubicado en plena naturaleza, desde donde tenemos una fabulosa vista de las montañas.
Optamos por dar una vuelta por este lindo pueblo donde todo es de calles empedradas con subidas y bajadas, típico de un pueblo de montaña.
Safed, es un lugar de culto y centro de la Kabbalah (misticismo judío) desde el siglo XVI, donde también hay casas preciosas que pertenecieron a artistas de inmigrantes americanos y que algunos de ellos aún viven aquí. Hoy en día muchas de las casas se utilizan como salas de exposiciones de arte.
Pero lo más destacable son sus sinagogas, algunas de ellas las podemos visitar. La primera es la Sinagoga Ashkenazí Azi, fundada en el siglo XVI por judíos griegos y que más tarde fue destruída por un terremoto. Esta es la más antigua de Israel.
En los años 40 un mortero árabe cayó en el jardín cuando los fieles se encontraban dentro y nadie fue herido, por lo que lo consideraron un milagro, no una casualidad según la gente del pueblo.
Visitamos la Sinagoga de Caro. Situada en la calle de Beit Joseph, (que hace honor al que fue autor del Schulcan Aruch, la codificación de las leyes judías) es la sinagoga del nacido en Toledo, Rabino Joseph Caro, se construyó y fundó como casa de estudio en el 1500 y más tarde fue reconstruída en el siglo XVIII y XIX.
El Rabino Caro fue el más respetado de la Corte, no sólo en Palestina, sino en muchas zonas de la diáspora judía. La tradición dice que un ángel reveló los secretos de la Kabbalah a Caro, en la casa ubicada abajo.
La Sinagoga Abujah, es la más bonita de las tres a mi modo de ver, llamada así por un escolar español, Rabbi Yitzhak Abuhou. Fue fundada en el siglo XVI y reconstruída en el XVIII, después de un terremoto. En su interior hay cuatro pilares que representan el aire, agua, fuego y tierra, en concordancia con la Kabbalah.
Su cúpula oval dispone de diez ventanas, una por cada mandamiento, representaciones de las doce tribus de Israel, ilustraciones de instrumentos musicales, árboles de granados y una roca en recordatorio del Templo de Jerusalén.
Después de visitar las sinagogas, nos apetece ir al bazar de joyería y bisutería.
También disfrutamos paseando las alegres calles empedradas pintadas en color blanco, tierra y azul, una conexión mística entre el cielo y la tierra.