Gaza, un pequeño enclave mediterráneo bloqueado por Israel, es, de nuevo, el tema de esta semana. Los seis buques de la “Flotilla de la Libertad” pretendían entrar en el castigado territorio con unas 10.000 toneladas de material humanitario para ayudar a la población. Todos ellos fueron abordados ilegalmente en alta mar por buques del Ejército israelí que les impidieron llegar a Gaza. El activista español Manuel Tapial lo escribía en su blog “cuando viajaba en el “Mavi Marmara” (una de las naves de la flotilla). El objetivo del convoy naval era llevar ayuda humanitaria, terminar con el bloqueo israelí a la franja de Gaza, difundir la realidad de los 1,5 millones de palestinos que viven en la zona más densamente poblada del mundo y denunciar a Israel por el incumplimiento reiterado de las resoluciones de Naciones Unidas. Para las autoridades de Israel, se trataba de una “provocación política”, una “armada del odio y de la violencia” con la intención de “apoyar a la organización terrorista Hamas”. Según Tapial, la operación contaba con la presencia de “dieciséis diputados de nueve países diferentes, 60 periodistas, artistas como Natalia Cardone o Julie Jaroszewski, cientos de activistas de los derechos humanos, médicos, maestros, niños y palestinos” que tenían la intención de “regresar a su tierra”. En la carga, según los organizadores, había “material médico, comida, ropa, casas prefabricadas, juguetes para niños y acero y cemento para la construcción”. Sin embargo, Israel sostuvo que las tropas de su país habían encontrado armas en los barcos y que, además, fueron usadas para repeler el abordaje.
Después de que Hamas ganara el control militar de Gaza, en junio de 2007, las autoridades israelíes declararon la franja una “entidad hostil”. Desde entonces, sólo permiten el abastecimiento de elementos básicos de carácter humanitario en el marco de un embargo que justifican para “debilitar la organización islamista y tratar de evitar que le lleguen armas. El gobierno israelí considera que el bloqueo es “perfectamente legal” y una forma justificada de luchar contra el “terrorismo de Hamas”. Pero diferentes agencias humanitarias internacionales señalan que el bloqueo sólo perjudica a la población civil. Amnistía Internacional habla de “castigo colectivo” que ha provocado “una crisis humanitaria”. Gisha, representante de la organización de derechos humanos, denuncia que las prohibiciones resultan arbitrarias. De acuerdo con Oxfam, a ese territorio palestino no ha entrado gasolina ni diesel desde noviembre de 2008, salvo el destinado a los vehículos de la ONU y otras cinco excepciones. Desde Naciones Unidas, son numerosas las críticas a la situación. No existe lista alguna de lo que está sometido a prohibición. Las autoridades israelíes deciden “caso por caso”, lo que puede o no entrar. Y La OMS señala que el bloqueo ha empeorado las condiciones de vida de la población.
Organizaciones palestinas apuntan que cosas como zapatos o sábanas, café o chocolate, han sido detenidas en diversas ocasiones. El transporte de refrigeradores y computadoras no se suelen permitir. El cemento, el hormigón y otros materiales de construcción son generalmente detenidos en las fronteras. Según Tel Aviv, para evitar que Hamas se los apropiase para su propio uso. No obstante, las organizaciones humanitarias responden que disponen de mecanismos de control para evitarlo. Naciones Unidas apunta que la situación ha causado “daños irreversibles” en la economía y apunta que el 80% de los habitantes de Gaza viven bajo el umbral de la pobreza. Sin embargo, el Gobierno israelí defiende que, en Gaza, no hay escasez. E insiste en que la flotilla debió haber aceptada su oferta para transportar la ayuda hasta Gaza por los que considera los “canales apropiados”, el personal de Naciones Unidas y la Cruz Roja Internacional. El Ejecutivo de Tel Aviv solicitó a la flotilla que hiciera pasar su carga por el puerto de Ashdod. Pero muchos no reconocen la legitimidad de Israel para filtrar todo lo que entra a la Franja de Gaza. Y, más allá del hecho concreto de hacer llegar la ayuda, lo que la “Flotilla de la Libertad” buscaba era romper definitivamente el bloqueo impuesto por Israel, como ya lo han hecho otras misiones hasta en cinco ocasiones en el pasado.
En nombre de su propia seguridad, Israel lleva décadas burlándose de la comunidad internacional. En la madrugada del lunes, sumó al menos nueve asesinatos a su larga lista de crímenes contra la humanidad. Con el ataque a la flota de barcos civiles en aguas internacionales, Israel cometía una serie de delitos: abordar barcos sin contar con los permisos necesarios; herir y dar muerte a civiles indefensos; atacar buques en los cuales iban parlamentarios europeos especialmente protegidos… La comunidad internacional condenaba el ataque de Israel a la “Flotilla de la Libertad” en aguas internacionales. La Unión Europea y el secretario general de la ONU señalaban a Israel como responsable de la masacre, condenando “el empleo de la violencia que ha producido un alto número de víctimas” y exigiendo “una investigación imparcial” de lo ocurrido. En una de sus declaraciones más expeditivas, la UE aseguraba que el bloqueo era “inaceptable y políticamente contraproducente”. El Parlamento Europeo iba más allá y varios grupos políticos pidieron la suspensión de las privilegiadas relaciones económicas que la UE mantiene con Tel Aviv. EEUU se limitó a lamentar “profundamente” la muerte de civiles y pidió aclarar “las circunstancias que rodean esta tragedia”. La eurodiputada socialista, Véronique De Keyser, miembro de una delegación de la Cámara, aseguraba: “Tenemos que imponer el fin del bloqueo a Gaza por todos los medios pacíficos de los que disponemos. Esta masacre sólo deja víctimas, incluida Israel, que ha perdido el sentido común y toda noción del derecho internacional”.
“¡Ya vienen, ya entran!”, fue el último mensaje que Tapial mandó a su padre a través del chat de Facebook. La conversación vía Internet tuvo lugar momentos antes de que, sobre las 4 de la madrugada del lunes, las comunicaciones con el barco quedaran totalmente interrumpidas. Según Manuel Espinar, su padre, presidente de la ONG Cultura, Paz y Solidaridad, si la misión hubiese ido convenientemente protegida, el ataque no hubiese ocurrido. Espinar denunció la “campaña de intoxicación” del Gobierno israelí respecto a la misión de los barcos. “En la flota iba un monseñor de 90 años, dos diputados alemanes... Creo que son pocos sospechosos de fundamentalismo. La idea era que todos terminaran en el hospital, en el cementerio o en la cárcel”. Y censura las palabras de Israel, según las cuales toda la flotilla era un entramado del terrorismo internacional.
Las autoridades israelíes mostraron el jueves la carga de la flotilla humanitaria.
La campana propagandística sobre el abordaje no se hizo esperar por parte de Israel. En tono satírico, Qaesar advierte el jueves en “El ventano”, de lo peligroso de la carga de la flotilla humanitaria. “Las autoridades israelíes mostraban el contenido del buque de carga de la flotilla humanitaria con destino a Gaza, asaltado en alta mar por tropas de Israel, causando diez muertos y unos cuarenta heridos. Entre los juguetes habría un pikachu, poderosa arma de destrucción masiva. Las sillas de ruedas podrían haber podido trasportar paquetes bombas sin levantar sospechas. Y los cuadernos y libros servían para adoctrinar a los terroristas suicidas, sirviendo las medicinas para camuflar exponentes de fabricación de explosivos”.
Danny Ayalon, viceministro de Asuntos Exteriores de Israel, aseguran que los activistas que participaron en la operación tenían vínculos con Al Qaeda y con las organizaciones islamistas palestinas Hamás y Yihad Islámica. “Era una armada del odio y la violencia”, afirmó Ayalon en rueda de prensa desde Jerusalén. “Una provocación premeditada y vergonzosa. Su iniciativa, sus métodos y el mismo resultado, lamentablemente, eran violentos”. Y añadió: “Israel lamenta la pérdida de vidas e hizo todo lo posible para evitar este resultado”.
“Los organizadores –indica el viceministro Ayalon–, no atendieron los llamamientos de nuestras fuerzas para que les siguieran pacíficamente y dieran un final pacífico a este suceso”. Además, dice que si la flotilla hubiera llegado a Gaza, se habría constituido “un corredor para el tráfico de armas”. El ejército israelí (Israel Defense Forces, IDF) distribuye un vídeo, colgado en Youtube, para demostrar que los activistas de la flotilla utilizaron la violencia contra los asaltantes. “Las fuerzas –se lee en su página web– actuaron de acuerdo con las órdenes e hicieron todo lo posible para evitar la violencia, pero sin éxito” Los soldados “se encontraron con actos hostiles previamente planeados por los activistas, incluido el uso de armas de fuego y artillería ligera”. Según versión de los activistas, los soldados israelíes descendieron sobre las cubiertas de los barcos desde helicópteros, abriendo fuego. El ataque provoca perplejidad e indignación entre la mayor parte de la comunidad internacional. Varios países, entre ellos Turquía, España y Grecia, convocan a los embajadores de Israel en sus territorios para pedirles explicaciones.
El Mavi Marmara, abordado por los israelíes y conducido al puerto de Ashdod.
El presidente palestino, Mahmud Abás, decreta tres días de luto en los territorios por esta “masacre” que incluye nueve muertos, varios desaparecidos y unos sesenta heridos. Los más desafortunados activistas recibieron 30 disparos a quemarropa. Ismail Haniye, jefe de Gobierno en Gaza del movimiento islamista Hamás, califica el ataque de “brutal”. La secretaría general del grupo en Damasco asegura que se trata de “un crimen contra la Humanidad”. El ataque provoca una protesta entre la mayor parte de la comunidad internacional. El barco Mavi Marmara, atacado por los israelíes, era un viejo barco de pasajeros que hasta hace unos años realizaba el trayecto entre las islas del sur del Mar de Mármara y Estambul para la empresa pública de transportes IDO. Se trataba de un barco de cinco alturas, muy espacioso y con capacidad para cientos de personas. Entre los 750 participantes en la iniciativa había voluntarios de diferentes religiones y nacionalidades, entre ellos más de veinte parlamentarios europeos, una ex congresista estadounidense un premio Nobel de la Paz y un superviviente del Holocausto, aunque viajaban en barcos diferentes. “Encontrándonos a 105 millas de la costa (de Gaza) –explicaba el periodista David Segarra–, cinco barcos del Ejército se nos van acercando, uno de ellos se encuentra relativamente cerca del carguero con bandera turca Dafne. A los cinco barcos hay que sumarle al menos dos helicópteros de comandos y varias zodiacs. ¡Alerta que parece que van a ir barco a barco!”
Los siete artículos de opinión de Haaretz, periódico israelí, fueron muy críticos con la actuación del Gobierno. “Siete idiotas en el Gobierno”, “Las consecuencias de una política defectuosa” o “Fiasco en alta mar” fueron algunos de sus titulares. Otros artículos de opinión y editoriales de los diarios isralíes llevaban igualmente titilares claros: “¿Dónde tenía la cabeza?”, “Puño de fuerza”, “Los desaguisados como método de acción”, “Completa estupidez”, “Liderazgo de tontos”, “El precio de una política deficiente” o “Fiasco en alta mar”. Unos ejemplares que critican con una fuerza inusual al ejecutivo de Benjamin Netanyahu y a sus ministros. Dice uno de ellos –el diario Maariv– que, si bien es cierto que los líderes cometen errores, “hay que diferenciar entre cometer errores lisa y llanamente y cometer errores cuando el resultado es previsible de antemano. Si este es el liderazgo israelí estos días, no creo que ningún israelí pueda dormir tranquilo frente a la amenaza más grande que afrontamos (alusión al programa nuclear Irán)”. “Casi todo lo que hacemos en los últimos años sufre de alguna deficiencia, de falta de inteligencia... para incurrir en la negligencia”, escribe la columnista Sima Kadmon en su artículo diario en el Yediot Aharonot, el de mayor tirada y afín al Gobierno. Los comentaristas vuelcan gran parte de la responsabilidad sobre el ministro de Defensa, el laborista Ehud Barak, a quien otro influyente columnista, Sver Ploztker, del Yediot, exige su dimisión. Otros medios piden la dimisión de Barak y el periodista, Eitan Haber, ex jefe de gabinete del asesinado primer ministro Isaac Rabin, asegura que el problema que representaba la flotilla para Israel “se podía haber resuelto de forma pacífica”, pero nuevamente Israel se dejó llevar por la creencia de que “la solución está en la fuerza”. El escritor, David Grossman, argumenta que “ninguna explicación puede justificar o blanquear el crimen que se ha cometido, ni hay excusa para la estupidez con la que el Gobierno y el Ejército han actuado”.
Un pájaro se posa sobre la alambrada del puerto de Ashdod, en el sur de Israel.
A última hora del martes, el Gobierno israelí acuerda la liberación y deportación de los activistas extranjeros detenidos tras el asalto a la flotilla solidaria que pretendía burlar el bloqueo sobre la Franja de Gaza. Benjamín Netanyahu adoptaba esta decisión después de horas de consultas con sus ministros y en un contexto internacional de condena contra una acción que provocó la muerte de nueve personas. La medida afectó a 682 personas, en su mayoría ciudadanos turcos (380), según un listado difundido por las autoridades locales y recogido por el diario 'Haaretz'. También figuraban en la lista ciudadanos de Australia, Azerbaiyán, Italia, Indonesia, Irlanda, Argelia, Estados Unidos, Bulgaria, Bosnia, Bahréin, Bélgica, Alemania, Sudáfrica, Países Bajos, Reino Unido, Grecia, Jordania, Kuwait, Líbano, Mauritania, Malasia, Egipto, Macedonia, Marruecos, Noruega, Nueva Zelanda, Malasia, Egipto, Omán, Pakistán, República Checa, Francia, Kosovo, Canadá, Suecia y Yemen. Presionada por la presión internacional Tel Aviv optaba por expulsarlos a todos.
Algunos de los que llegaron a Jordania denunciaron el trato sufrido por parte de las Fuerzas de Seguridad israelíes. Walid al-Tabtabai, político kuwaití dijo a la agencia Reuters que “los israelíes nos amenazaron y humillaron a todos: mujeres, hombres y niños. Fueron arrogantes y crueles, pero nuestro mensaje ha llegado a todo el mundo. El bloqueo a Gaza es injusto y debe ser levantado de inmediato”. Izzeddine Zahrour, activista procedente de Argelia, explica que las autoridades israelíes les habían privado de “comida, agua y sueño y no nos dejaban ni ir al servicio. Ha sido un secuestro ilegal. Nos esposaron, golpearon u humillaron a todos”. Una argelina identificada con el nombre de Sabrina acusa que los soldados israelíes “cogieron a un niño de un año y le pusieron una pistola en la cabeza delante de sus padres, procedentes de Turquía, para obligar al capitán a que parara el barco”. El activista alemán, Norman Paech, profesor en Derecho Internacional y ex diputado, que navega a bordo del “Mavi Mármara”, denuncia a su llegada a Berlín “el ataque israelí en aguas internacionales contra una misión pacífica. Fue un acto de piratería… Queríamos transportar ayuda a Gaza. Nadie tenía un arma. Éramos conscientes de que esto no sería un crucero sencillo, pero no esperábamos este tipo de brutalidad”.
Henning Mankell, quien comparte el activismo político con la escritura y se hallaba en el Sofía dice que la única explicación que encuentra para un asalto en aguas internacionales es que “el Ejército de Israel salió a matar”. Asegura que, tras el abordaje al “Sofía”, los soldados denunciaron haber encontrado armas: “mi navaja de afeitar y un cúter que usaba el cocinero para abrir embalajes”. Y se manifestó partidario de llevar “ese acto de piratería” los tribunales internacionales. El historiador sueco, Mattias Gardell (profesor de religión-historia en la Universidad de Uppsala) y su esposa, Edda Manga, aseguraron a la prensa turca que presenciaron en el Mavi Mármara “asesinatos premeditados” mientras los activistas intentaban detener el descenso de los comandos israelíes desde los helicópteros de abordaje. “Abrieron fuego y mataron a tres personas. Fue un ataque militar contra una operación de ayuda humanitaria en aguas internacionales (...) Fue una reacción muy agresiva y sorprendente por parte de Israel”.
Los activistas españoles Manuel Tapial, Laura Arán y David Segarra, tras la liberación.
Manuel Tapial, Laura Arau y David Segarra, los tres españoles que participaron en la Flotilla de la Libertad, llegaron a Turquía el jueves. En Estambul, Tapial aseguró haber sido interrogado durante tres horas por los servicios secretos israelíes y denunció que durante sus tres días de cautiverio sólo le ofrecieron comida en una ocasión. “Fuimos detenidos por comandos del Ejército que nos apuntaron a la cabeza con el láser de sus armas (...), nos encapucharon y nos robaron todo nuestro trabajo”, se lamenta Segarra, periodista de la cadena Tele Sur venezolana. “El Gobierno español –señala Tapial– debe tomar todas las medidas legales posibles contra el de Israel. Pediremos que se abra una investigación y que se enjuicie a los responsables… Desde las lanchas de asalto disparaban a matar. Nuestra resistencia fue pacífica. Vamos a demostrar todo lo que se ha querido ocultar. Israel ha dado un mensaje a la comunidad internacional de que goza de impunidad. Y a las ONG que trabajamos con el pueblo palestino se nos amenaza…Lo que hemos vivido en unas horas es lo que viven los palestinos todos los días”. Además de los activistas israelíes que formaban parte de la expedición, quedaron en Israel siete internacionales hospitalizados y sin que su condición médica permitiese su traslado. Dos son turcos; uno, australiano; otro indonesio y la nacionalidad de los tres restantes “aún no ha sido determinada”
Policías israelíes transportan a los heridos a la ciudad de Ashkelon.
Free Gaza espera que Israel devuelva las seis embarcaciones aunque el Gobierno israelí no tiene ninguna prisa. Asegura que su país “no tiene intención de quedárselas”, pero apunta que su devolución es un “tema complejo” porque tienen distintas banderas. La legislación internacional obliga a liberarlas y entregarlas a sus países de origen. “Esperamos que las autoridades de EEUU, Turquía y Grecia estén trabajando en ello”, comenta Audrey Bombse, abogada de Free Gaza, uno de los movimientos que organiza la flotilla. Los activistas han negado de manera rotunda que hubiera armas en el “Mavi Marmara”, el barco más grande de la flotilla. De hecho, Avital Leibovitz, la portavoz militar israelí, corregía el jueves la versión inicial del Ejército y admitía que no se encontraron armas en el barco. Lo que no está tan claro es lo que apunta el griego Dimitri Gielalis: “¿Por qué los soldados entraron en el barco y nos golpearon, nos dieron descargas eléctricas y usaron método inimaginables?”. Otros activistas se sintieron “humillados” por los “brutales” y “arrogantes” soldados israelíes, aunque añadieron que estaban satisfechos de que el mundo hubiera fijado su atención en el bloqueo de la franja de Gaza. “Nos apuntaron con dos armas a la cabeza de cada uno de nosotros” – explicó Huseyin Tokalak, el capitán del Gazze, carguero turco, que transportaba el grueso de la ayuda–. La flotilla fue abordada a 68 millas de la costa. Los soldados irrumpieron en el carguero y neutralizaron a la tripulación”. El número de activistas heridos no se ha declarado, aunque parece que supera la treintena. Todos relatan su experiencia con horror y dan cuenta de abusos presuntamente cometidos por los soldados israelíes.
Fuentes oficiales palestinas se sienten “decepcionadas” por la “actitud blanda” de Estados Unidos y de la Unión Europea. Los palestinos creen que unos y otros han hablado sólo de cara a la galería, pero que, en realidad, no piensan adoptar ninguna medida contra Israel por el abordaje de seis embarcaciones en aguas internacionales. En su opinión, la “impunidad” de Israel es total, no sólo en relación con los palestinos, sino también en relación con los países occidentales. Muchos creen que la operación militar ha reforzado la posición de Hamás en Gaza y ha puesto en jaque al presidente Mahmud Abás, quien cada vez duda más de las verdaderas intenciones de Israel. Una operación militar que continuó ayer con la presencia de un nuevo barco, esta vez irlandés, en aguas palestinas. El pequeño Rachel Corrie, nombre de una activista estadounidense muerta en 2003, al ser embestida por una excavadora en el Paso de Rafah, zarpó de Malta y estaba dispuesto a llegar a Gaza, hasta que, a media mañana del sábado, cuando estaba a menos de 50 kilómetros de la costa de la franja palestina, fue abordado por el Ejército israelí después de que su tripulación ignorara varios llamamientos para que pusiera rumbo a un puerto de Israel en vez de a Gaza.
El ejército israelí se acerca al Rachel Corrie para abordarlo. Reuters.
El Rachel Corrie llevaba un pasaje de una veintena de personas, entre las que estaba la norirlandesa Mairead Maguire, premio Nobel de la Paz, y el irlandés, Denis Halliday, antiguo subsecretario general de las Naciones Unidas. Y transporta 1.200 toneladas de ayuda humanitaria, entre equipo médico, equipamiento deportivo, escolar, extintores y cemento, uno de los productos prohibidos por las autoridades israelíes. El primer ministro Irlandés, Brian Cowen, había pedido a Israel que permitiera la entrada del barco, advirtiendo que, si sus ciudadanos resultara heridos, habría “consecuencias”. Israel había asegurado que no tenía ninguna intención de dejarlos pasar a no ser que acordaran dejar la carga en el puerto de Ashod, para que el propio Ejército israelí lo repartiera. El primer ministro, Benjamin Netanyahu ha declarado: “No permitiremos que ningún barco llegue a Gaza. Ni ahora ni nunca”.
Jesús Maraña, en su blog “Buzón de Voz” habla sobre las armas de verdadera destrucción masiva. “Efectivamente –dice el director de Público–: los seis barcos que formaban la llamada Flotilla de la Libertad, atacados en la madrugada del lunes salvajemente por la Armada israelí en aguas internacionales, iban cargados de armas de destrucción masiva. Llevaban libros de relatos escritos por niños sobre las penurias de los refugiados, plantas potabilizadoras, medicinas, materiales de construcción. En total, 10.000 toneladas de ayuda humanitaria en manos de 750 individuos peligrosos de 60 nacionalidades distintas. Cooperantes, pacifistas, parlamentarios, médicos, periodistas… incluso una premio Nobel de la Paz. Y el escritor Henning Mankell, altamente sospechoso como autor de la serie de novela negra protagonizada por el detective Wallander. El abordaje ejecutado por el Ejército israelí causó la muerte de al menos nueve activistas que pretendían saltarse el bloqueo al que está sometida la población civil de Gaza. Los militares israelíes dicen que encontraron en los barcos “cuchillos y palos”, pero las armas sin duda más destructivas de esa Flotilla de la Libertad eran los argumentos, la solidaridad, la palabra. Había que desactivar esos arsenales flotantes sin que pudieran tomar tierra palestina, porque el terror de la razón se propaga a mayor velocidad que los misiles”.
Pero, basta de palabras. Es ahora el humor y los dibujos los que siguen denunciado al imperialita e impresentable estado de Israel que no admite que nadie llegue a Gaza con ayuda internacional. Diez de esos dibujos nos llaman especialmente la atención.
Otros dibujos de: Territorio Vergara y Manel Fontdevila: La frase, Bilderberg, Reforma laboral, si o sí, Gaza, Club y Altamar.
Pep Roig: Soy quien soy, Bajas, Obediencia debida, Pospolítica y Pagar en negro.
Manuel Tapial, uno de los españoles integrante de la “Flotilla de la Libertad” comenta en vídeo los minutos previos al ataque de Israel:
Palestina, la verdadera historia.
La masacre Israelí, la “desrazón” de “La Razón” y la caverna mediática (El Intermedio)