Istmo es de esas palabras que evoca cosas a quien la recuerda. Quien vive en un istmo, ¿es distinto a los demás?. Hay istmos grandes y los hay pequeños, e incluso los hay invisibles. Yo, que vivo en una parte del territorio totalmente integrada geológicamente con el resto del país, siempre he creído que vivía en una península, únicamente comunicada por una estrecha carretera. Únicamente por esa carretera. Esta suerte de istmo político-social que separa A Costa da Morte del resto de Galicia es claramente visible para los que aquí vivimos, pero no se aprecia en ningún mapa.
Esta entrevista al ya expresidente de la DO Valedorras es un buen ejemplo. Se llama a un tipo, se le convence, para que se haga cargo de un barco a la deriva y a los 9 meses se amotina la marinería y lo abandona a su suerte. Otro tanto podemos apreciar en el interesante movimiento despertado por el manifiesto 2.0 del Club Matador, que obliga a pronunciarse a unos y otros y propicia que gente del prestigio de Pepe Hidalgo (si, si, prestigio he dicho) se posicione a favor de todo esto olvidando, uno más, que sin variedades no hay calidad y sin calidad no hay nada. Hablamos del terreno, de reparto y categorías, pero si ahí hay plantada Merlot y Syrah desde anteayer...pelillos a la mar
Tengo a gala escribir como pienso y casi como hablo. En lo que escribo hay un plus de reflexión que la boca no me permite y eso se nota, pero no creo que vaya a decir nada que no haya dicho ya.
Una revolución no admite elementos del bando pre-revolucionario entre sus filas. Una revolución no la determinan las cúpulas, sale de las bases. Una revolución no se justifica, no se administra. Es un puro brote que surge y arrasa, para propiciar un nuevo renacer, más nuevo y tal vez mejor. Digo tal vez porque en las revoluciones no hay nada garantizado.
Lo único que garantizan las revoluciones es que pasará algo y eso, a veces, es mucho más de lo que se espera si no hay revolución.
Una subdivision y categorización del viñedo que no recoja la necesidad real de un organismo independiente y libre que decida como, cuanto y donde es un brindis al sol. Una categorización del viñedo sin hablar de variedades es como un coche sin ruedas; podrá ser un éxito del diseño y la motorización, pero nunca irá a ninguna parte. Defender el "gran viñedo español" olvidando la viña solo es una concesión a los amigos para que no se vayan.
Lo diré tantas veces como haga falta. La revolución, desde abajo, los cambios, radicales y profundos y el proceso, abierto y compartido. Hablar de viña sin hablar de como se hace el vino es dejar a un lado al 90% de los vinos elaborados. Es un hecho. Y lo demás es enredar sin un fin concreto.
*Gracias a "A este lado del Duero", por hacerme llegar ese enlace con la propuesta de Pepe Hidalgo