Istria o «I Love Croatia Volumen II»

Publicado el 30 agosto 2016 por Rosa Valle @RosaMValle

Hay lugares que a nadie dejan indiferente y no encuentran detractores. Uno de ellos es Croacia cuando de viajar se habla. Pisar ese país es empezar a amarlo. Nuestra relación con esa joya adriática empezó hace una década, cuando apuntamos hacia Dalmacia, corazón turístico del estado croata y se consolidó recientemente, con nuestra estancia este verano en la península de Istria. Es de esta última experiencia viajera de la que esta terapia habla.

Mar de Porec.

Como he aclarado en otras terapias viajeras, ésta no pretende constituir una guía de la zona, ni siquiera un post de viajes, sino solo sensibilizar y poner en valor los atractivos de la zona como reclamo para el viajero.

We love Croatia.

Planeamos el viaje desde el norte de España volando con Vueling de Barcelona a Trieste (Italia). Asturias-Barcelona en coche, utilizando un parking económico de cuantos rodean el aeropuerto (son todos similares). El vuelo cumplió sin problemas, pese a las huelgas amenazantes y de las que no nos enteramos (viva el ‘empanamiento’).

Una semana.

Centro de operaciones, el pueblo interior Visnjan, por su enclave estratégico cercano a la costa (a 15 minutos de Porec, por ejemplo) y lo bien que de Villa Visnjan –nuestro alojamiento- se hablaba en algunos blog viajeros por los que esta terapeuta navegó en la planificación del viaje. Nuestro sentido viajero nos decía que aquel lugar podía encajar con nuestro perfil. Y no nos equivocamos. Si te gusta el turismo rural por la tranquilidad y calidad que ofrece, amén de que te permite catar siempre mejor la autenticidad del destino geográfico elegido, la villa de Silvano Ritossa es tu sitio. Gran anfitrión y mejor guía, Silvano es un libro abierto de Croacia. Nadie mejor que él te orientará en la ruta de cada día para conocer la península, el país y sus contornos, porque es un gran conocedor de su Europa.

Batería de instantáneas de la villa donde nos alojamos. En esta primera, la vemos asomar, al fondo.

La piscina, un imprescindible para los niños.

Nos quedaremos cortos en agradecerle sus atenciones y conocimientos sobre el patrimonio natural y cultural de su país que diariamente nos trasladaba en forma de sugerencias detalladas después del desayuno.

En un apartamento turístico de los miles que se pueden encontrar en ésta y cualquier otra zona no habríamos respirado la esencia del destino como en Villa Visnjan, una casa de piedra rehabilitada para los viajeros, que, sin lujos, reúne todo lo que uno necesita, con el plus de una tranquila piscina para las niñas. Perfecto.

Calle del pueblo de Visnjan.

Iglesia de Visnjan.

Un pueblo sencillo del interior, agradable para el paseo evitando la solana (correr sin madrugar fue un poco duro, tengo que reconocer). Al final de la jornada por los pueblos de cada día de la ruta, una riquísima pizza en la plaza del pueblo, en el establecimiento que regenta una hermosa y trabajadora mujer. Istria tiene mucho de Italia, pero mejorado, si me permitís (y lo dice una enamorada de Italia, o sea que tomad buena nota). La comida italiana tienta al visitante en cada esquina. Y a precios asequibles para un español.

Pizzería de Visnjan que frecuentamos.

Fijado el centro de operaciones en Visnjan, desde allí uno se mueve por toda Istria en una media de 30 minutos. Los principales destinos de interés se encuentran a tiro de piedra.

El litoral

En la costa, de cuanto conocimos en esta incursión por la bella Croacia me quedo con:

  • Porec. Creo que el lugar que reúne más requisitos para ubicarse cerca. Localidad bella, bien dotada para el ocio y con puntos de interés arquitectónico e histórico. Tirad de guía y veréis.

Porec

Zelena Laguna, Porec.

  • Rovign. Pintoresco pueblo de postal. Se impone un callejeo en toda regla que acabe en la parte alta.

Rovign.

  • Novigrad. Más modesta en dimensión y atributos que Porec, pero muy agradable para el paseo, precisamente porque es más tranquila que otros enclaves de Istria más frecuentados. Nos conquistó la playa urbana, muy bien dotada y también el resto de costa, ya más agreste, donde los accesos son naturales, es decir, sin acondicionar.

Novigrad, centro.

Novigrad.

Novigrad, playa urbana.

Zona del litoral de Novigrad sin acondicionar. Accesos naturales al mar para el baño.

Ése es el principal encanto de la costa croata, en general: el acceso directo al mar. Ya se sabe que las playas son escasas y rocosas en este litoral, pero eso no debiera desanimar a los amantes de la playa, el sol y el agua. En cambio, el visitante tiene en Istria, y Croacia, entradas privilegiadas al mar, a un agua transparente –su dinero se gasta aquella Administración en el sistema que la renueva- , de temperatura perfecta (ni tan caldo como el Mediterráneo ni tan fría como la del Atlántico). Mientras te bañas, les verás hasta las cicatrices a los peces. No hay peligro: puedes adentrarte tranquilamente hasta el límite de boyas. El usuario experto irá pertrechado de escarpines y unos hinchables para alargar el baño de agua… y sol. Una maravilla ese mar. Soy fan.

  • Pula. Si en tu estancia en Istria solo vas a pisar una ciudad, es decir, un enclave urbano amplio, te aconsejamos que sea éste. Da la impresión de ciudad descuidada y no impresiona por su fisionomía o arquitectura por encima de otros lugares de la zona, pero es obligada la visita al anfiteatro, tan bien conservado. Riámonos de Roma ejem ejem.

Anfiteatro de Pula.

Islas

Para quitarnos el gusanillo de viajar a una isla que resultase cercana y abarcable para una jornada de un día, elegimos las Brujini, el talismán del ex dictador Tito, que quiso montar allí su safari particular. Hoy la visita incluye un recorrido guiado por la isla, trenecito mediante, que resulta interesante en familia. Aporta un punto exótico, pero no la incluiría entre los imprescindibles de Istria. Interesante un vistazo al museo que recoge testimonios gráficos del presidente de la extinta Yugoslavia con personajes tan variopintos como Fidel Castro o Liz Taylor.

Arriba y abajo, en las islas Brujini.

El interior

Tierra adentro, en los altos del interior, existen pueblos bellos con gran encanto. El más llevado a las guías es Motovun, cierto que un gusto para el paseo, pero nosotros nos quedamos con Groznjan, conocido como la ciudad de los artistas, punto de referencia musical y que alberga en verano campamentos y actividades relacionadas con esta disciplina que lo convierten en referente internacional. Un gozo para los sentidos caminar por sus calles empedradas y estrechas, de pueblecito medieval, cuajadas de establecimientos- taller de artesanos. Muy natural y auténtico en su esencia, que invita a entrar en cada tienda-taller. Allí comimos ricos dulces elaborados al momento en un puesto al aire libre y navegamos por esas tiendas de hermoso surtido, cero estándar. Los artistas que las dirigen en muchos casos incluso estaban ausentes, taller adentro o recogiendo mercancías, dejando, confiados, los artículos sin custodia. Eso no pasa en muchos sitios… Una se sentía pululando por allí como en casa. Fresquito, además.

Motovun. Vista de conjunto.

Motovun murallas adentro.

Groznjan.

Arriba y abajo, casco de Groznjan.

La cercanía a la costa eslovena imponía una vista a ese otro país. Hicimos caso a las guías y visitamos Piran y Koper (donde no llegamos ni a bajar del coche). Una vez respirado Istria… mi experiencia es que no hay color. Piran, por ejemplo, es objetivamente bella en cuanto a la postal que ofrece, pero ya no encuentras la misma limpieza en las calles, la autenticidad de las localidades de Istria… Es otra cosa. Un turismo más típico, otro perfil… Probablemente ahondando merezca comentarios más amables, pero es que Istria y Croacia ya los merecen a la primera impresión. Ésa es la diferencia.

El paisaje, las gentes, el concepto de turismo, la cultura, ¡el mar Adriático! Croacia merece uno y mil viajes.

Y como el final de un viaje es el principio del siguiente, nos fuimos de Istria con el dibujo de otra ruta por Croacia que amablemente nos trazó Silvano sobre el mapa del país que nos regaló. Será nuestra próxima incursión en aquel país – Zeus mediante- y el corazón lo colocaremos en los Lagos de Plitvice. Agrrrr, ¡estamos impacientes!

Calle de Rovign.

Son tantas las fotos maravillosas que Istria nos regala que soy incapaz de cerrar esta terapia. No me resisto a un bombardeo gráfico final. ¡Allá va!