@isweetmag : "PARA APRENDER, LO MEJOR ES EL CHOCOLATE"

Por Antoniollorens
Aprender es una gran aventura que viaja paralela a la vida y que aporta sensibilidad, complicidad con el saber, libre pensamiento y por supuesto, felicidad en la consecución de una mayor y más fuerte libertad. Este aprendizaje va adquiriendo rigidez y seriedad conforme se avanza por esa gran aventura,  sin embargo los mejores recuerdos y las sensaciones más placenteras de nuestro caminar por los vericuetos del saber, se encuentran en nuestra infancia. Los niños son totalmente libres a la hora de aprender, son mentes abiertas ávidas de conocimiento, son verdaderas esponjas o discos duros todavía llenos de capacidad y de voluntad. Pero los niños son también exigentes. No les vale cualquier aprendizaje. No vale repetir y repetir y volver a repetir. Los niños quieren argumentos. Quieren método. Quieren disciplina didáctica. Quieren divertirse y quieren sobre todo, participar. Y además para ellos  lo primordial es que quieren ver, probar, tocar, oír y degustar. Cinco verbos como cinco sentidos. Y es aquí, en los sentidos usados como herramientas del aprendizaje donde la cocina, y por ende la repostería, adquieren una gran dimensión. El maestro Ferrán Adrià entre sus múltiples sentencias gastronómicas afirma: “La cocina empezó a convertirse en disciplina cuando se aplicaron los conceptos técnicos de la pastelería. Es decir, la precisión”. Y además añade que: “la figura y el talento del maestro Paco Torreblanca ha conseguido con el acercamiento y la democratización de las técnicas pasteleras y reposteras a todos los cocineros, que la cocina de vanguardia evolucione mucho más rápidamente, sea más precisa y lo más importante, más ordenada y fácil de enseñar”. La repostería y la pastelerías cumplen muchos de los parámetros de cualquier disciplina académica al estar compuestas por grandes dosis de continua investigación, de  gran cantidad de publicaciones temáticas como por ejemplo ésta que tienen entre sus manos, de estudios especializados y técnicos, de la puesta en práctica de esos estudios y de esas publicaciones, de la evolución del conocimiento y además, de ser un placer para los sentidos y una actividad divertida, grupal o individual, gratificante al momento y cómo no, sabrosa y dulce. Por todo ello la repostería se ha convertido en una gran aliada del aprendizaje. Una aliada que divierte, entretiene, enseña, habitúa a los niños al orden, a la disciplina del trabajo bien hecho, a la importancia del método y de seguir las pautas correctas en las diferentes ejecuciones prácticas, y enseña la importancia  de seguir y poner en práctica los conocimientos adquiridos con la felicidad de la recompensa inmediata convertida en agradables y dulces sabores. En una cocina, manos sucias igual a corazones felices. Así de complejo y así de fácil. Imaginen una gran cocina, o todo lo contrario, una cocina pequeña de cualquier hogar, este espacio será el aula ideal para enseñar a los más pequeños a meterse en harina, a calentar con el cuidado que da responsabilidad un buen chocolate, a reír y compartir buenos momentos fuera de videoconsolas o teles aburridas, a conversar con lo que solo la complicidad del trabajo en común consigue y a establecer los mejores vínculos emocionales entre los más mayores y los más pequeños con el dulce resultado orgulloso de un gran pastel o una gran tarta hecha en equipo. Esa tarta o ese pastel, esas madalenas o esos dulces bollos van ser quienes ayuden a aprender, a cocinar, a disfrutar y  a ser un poco más felices. Y recuerden que para aprender, nada mejor que el chocolate.