“It’s very difficult” todo esto

Por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22

La fotografía, a la que llegué a través de Twitter, fue tomada por Laurent Dubrule, de la agencia rumana Agerpres, y muestra a un Mariano Rajoy sentado, completamente solo y con semblante inexpresivo, mientras el resto de mandatarios europeos conversan animadamente en uno de los recesos de las sesiones dedicadas a la renegociación de la deuda griega.

Una fotografía, obviamente, puede tener muchas circunstancias detrás. Pero resulta difícil buscar a esta más explicación que la que probablemente tiene: la exclusión de facto del presidente del gobierno español debido a su escaso dominio de los idiomas: durante las sesiones, fue el único de los diecinueve asistentes que recurría a los auriculares de traducción simultánea, pero obviamente, ese recurso no está disponible durante las pausas y para las conversaciones informales. It's very difficult todo esto.

De todos los candidatos que concurrirán a las próximas elecciones generales en España, Mariano Rajoy es el único que no habla un inglés fluido. Varios de ellos, además, hablan con soltura otros idiomas como el francés o el italiano. Pero no se trata únicamente de una cuestión de idiomas, sino de algo que va bastante más allá: hoy, resulta perfectamente habitual ver a presidentes de gobierno expresándose con normalidad y asiduidad en las redes sociales, utilizándolas como parte de sus estrategias de comunicación, o incluso generando titulares y noticias. Los tweets de varios ministros desde dentro de la reunión del Eurogrupo fueron habituales esta pasada semana, del mismo modo que se ve como completamente normal que un presidente como Barack Obama tenga ya no solo su cuenta @ BarackObama, llevada por su equipo y en la que los tweets solo se entienden como personales suyos si van firmados con sus iniciales, sino otra cuenta más, @POTUS, caracterizada precisamente porque todas las actualizaciones están escritas directamente por él. Políticos que escriben sus propios tweets como signo de los tiempos, como nueva forma de entender la política. El hombre más poderoso del mundo tiene tiempo para ponerse a escribir mensajes de hasta 140 caracteres, y lo considera además suficientemente importante como para tener una cuenta específica para ello. Pero Mariano Rajoy no lo ve importante, no quiere hacerlo, o lo considera algún tipo de frivolidad. Houston, tenemos un problema ...

Todos los candidatos a la presidencia de España en las próximas elecciones generales, menos Mariano Rajoy, ven también las redes sociales como parte de su entorno inmediato: utilizan habitualmente Twitter y se expresan con total normalidad a través de esa red. Las redes sociales se han convertido en una herramienta habitual de la política. En el caso de Mariano Rajoy, sus únicas experiencias conocidas y públicas con el uso de la tecnología son... algunos SMS que seguramente no hace demasiada falta recordar.

La cuestión dista mucho de ser meramente anecdótica. Hablamos, en realidad, del que muy probablemente esté destinado a ser el último político español que no maneja con comodidad herramientas que hoy se consideran absolutamente fundamentales para casi cualquier actividad. Algo se rompe cuando pedimos inglés a cualquier directivo, a un estudiante o a un camarero, pero el presidente del gobierno del país no lo habla. Cuando piensa realmente que no pasa nada por aparecer en una reunión en la que es incapaz de enterarse de nada y generar situaciones de incomodidad y de sonrisas forzadas en los pasillos. El handicap que supone que un presidente de gobierno no se encuentre cómodo en inglés o en las redes sociales pasa a tener una importancia mucho mayor cuando caemos en la cuenta de que se trata ya prácticamente del único en Europa que está en esa situación. El último de su especie, y no tanto por una cuestión generacional, como por una asignación de prioridades, por una escala de valores. El último político de una era en la que este tipo de temas no eran suficientemente importantes como para suponer una limitación, como para ser tomados en consideración. Una estirpe de dirigentes políticos o empresariales que no tenían ordenador en su despacho, o que si lo tenían, era meramente decorativo, para evitar que le afeasen que no lo tenía. Y su partido, el único que parece opinar que esas carencias no justifican buscar otro candidato.

Saber idiomas, manejar cómodamente la tecnología o usar las redes sociales no son necesariamente atributos que caractericen a un buen político. Pero su ausencia, en los tiempos que vivimos, ya resulta una limitación, una carencia demasiado seria si quieres desenvolverte en ese mundo, si pretendes representar los intereses de todo un país. Y sobre todo, si eres además el último de tu especie.

Fuente: Enrique Dans.

C. Marco