Concluida ya la crónica del viaje a China toca hablar de Japón. Hace un par de semanas estuvo por aquí de visita mi amigo Wing, el mismo con el que quedé hace dos años en Hong Kong y me llevó a Cheung Chau, la isla de los piratas. Wing, que vive en USA, había venido a Japón a disfrutar de un par de semanas de vacaciones mientras cambiaba de trabajo. Pasó la mayor parte del viaje recorriendo el sur de Japón y al final se dejó dos días para quedar conmigo en Tokio y que le enseñara la ciudad. Yo llegue aquí apenas hace unos meses así que no soy ningún experto guía de Tokio pero sí he visto lo suficiente como para acompañar a alguien por algunos lugares interesantes de la capital. El principal inconveniente era el tiempo, visitar Tokio en sólo dos días es una tarea harto complicada, la ciudad es enorme y hay muchas cosas que uno no puede perderse. Pero Wing no disponía de más tiempo, así que me tocó organizar un itinerario express. Quiero insistir en que no soy ningún experto conocedor de Tokio y este itinerario no tiene que tomarse como una guía de turismo sino más bien como una referencia de algunos de los puntos más interesantes que visitar. A juicio de otras personas que hayan visitado la ciudad echarán en falta lugares destacados y otros que podrían haberse evitado, pero lo hice lo mejor que pude.
Tuve que dividir la visita a Tokio en dos días, así que decidí que el primer día nos moveríamos por la zona oeste de la línea Yamanote y el segundo día por la zona este, más que nada para ahorrar tiempo en transporte.
Comenzamos el itinerario por Shinjuku, un barrio de Tokio conocido por su arquitectura moderna de rascacielos y hoteles de lujo.
Subimos hasta el mirador del emblemático edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio, también conocido como Tōchō.
Desde allí pudimos apreciar una vista de la ciudad. A continuación fuimos hasta el Hotel Park Hyatt para tener otra perspectiva de los rascacielos de Shinjuku.
La panorámica era bastante impresionante.
Después de ver Shinjuku fuimos hasta Harajuku, punto de encuentro de las tribus urbanas tokiotas. Paseamos por la concurrida Takeshita-dōri, donde se ubican las curiosas tiendas de moda.
Junto a la estación de Harajuku encontramos el torii de entrada al Santuario Meiji, que había sido adornado con ocasión del festival de otoño.
Llegamos justo a la hora en que se estaba celebrando un matsuri, un festival tradicional japonés. Fue una grata sorpresa cruzarnos con la procesión que portaba a hombros el mikoshi y lo agitaba de un lado al otro.
Después de un agradable paseo por el bosque que hay en el interior del recinto llegamos hasta el santuario sintoísta consagrado al Emperador Meiji.
Ese día se estaba celebrando una ceremonia especial así que sólo pudimos acceder al patio, pero nos pareció un sitio muy tranquilo.
De Harajuku nos movimos a la siguiente estación Shibuya, uno de los barrios de Tokio con más actividad tanto de día, como popular sitio de compras, como por la noche, concurrida zona de marcha. Lo más llamativo de Shibuya es sin duda el famoso cruce por el que pasan más de un millón de personas al día.
Es toda una atracción turística para los extranjeros y objetivo de todas las cámaras al ponerse en verde el semáforo de los peatones.
De Shibuya nos fuimos hasta Hamamatsucho para ver la Torre de Tokio.
Estaba ya anocheciendo cuando llegamos hasta el Templo de Zojoji y ya habían encendido las luces de la torre.
Es uno de los iconos de la ciudad de Tokio y de noche es fácilmente reconocible desde cualquier parte. A mi sencillamente me parece espectacular e imponente con las luces encendidas.
Dimos por terminado ese día el recorrido por Tokio para continuar al día siguiente moviéndonos por la parte este de la línea Yamanote. Empezamos la visita del segundo día por Asakusa, uno de los barrios de Tokio con más atmósfera tradicional. El monumento más interesante es el Templo de Sensō-ji, uno de los templos budistas más antiguos.
Después nos fuimos hasta Shimbashi para coger el tren de la línea Yurikamome que lleva hasta Odaiba.
Odaiba es una moderna isla artificial sobre la que se construyó un área comercial y de entretenimiento. Ofrece buenas vistas a la Bahía de Tokio y al skyline de la ciudad.
La réplica de la Estatua de la Libertad junto a la bahía es uno de los puntos de interés que no escapa a nadie. Todo el mundo quiere su foto con la estatua de fondo y nosotros no quisimos ser menos.
Partiendo desde la base de la estatua se puede dar un agradable paseo por la orilla de la Bahía de Tokio y disfrutar de un día de playa, algo que encuentro curioso en una ciudad como esta.
Antes de que se pusiera el sol salimos de la isla y fuimos a la estación de Tokio para dar una vuelta por el Palacio Imperial, residencia del Emperador de Japón.
Al caer la noche dimos por terminada la visita en Akihabara, el barrio de las luces de neón, las tiendas de electrónica y el paraíso de los amantes del manga y los videojuegos. Aquí fue donde me despedí de mi amigo Wing después del intenso fin de semana de turismo por la capital nipona. Él daba por concluído su viaje por Japón y proseguía su tour asiático por Corea y Hong Kong antes de regresar a Nueva York, donde empezaba una nueva vida con un nuevo trabajo. Ya es la segunda visita que recibo por su parte en Asia así que la próxima vez me toca ir a verle a mi.