Tras salir tocada moralmente de Ronda, y después de animarme mucho Antonio Mayoral, me decido por apuntarme a esta prueba con la idea de quitarme la espinita del abandono en Ronda. Sé que era un problema entrenar en verano pero me animé y me lié la manta a la cabeza.En junio fue la marcha pretoriana de Tomares a El Rocío por el cordel de Villamanrique, que, junto con las 7 Playas del fin de semana anterior, me dejaron la pierna izquierda un poco inútil (me niego a aprenderme los nombres de los sitios donde me duele): me tocaba allí donde parece que van los abductores pero que no son los abductores, ea ya está. Pues ese dolor me tuvo todo julio parada y parte de agosto, así que esos dos meses me dediqué a andar, andar y luego a andar. Fui a Lisboa y me anduve toda Lisboa y me hice la media maratón a Belem andando. Fui a Londres y Liverpool y lo que menos utilicé fue el transporte público. Todo a patita. Y ése fue mi entreno (no muy adecuado lo sé, pero era lo que podía hacer). Ya a finales de agosto pude empezar a correr y alternaba trote cientounero con andar a ritmo cientounero también y me encomendé a todos los dioses Lares que por eso de ser pretoriana los veía más cercanos que a los ángeles y demás vírgenes.
Nos hacemos fotos de grupo
8:00. Con puntualidad británica dan la salida y empezamos andando para ir calentando hacia Fuencarral. Un puntazo de la organización darte el recorrido dentro de la bolsa del corredor separado por etapas. Eso te hacía ir viendo con objetivos cortos el recorrido ya que venía en tramos de no más de 15 kms. Por ejemplo este primero: Plaza Castilla-Fuencarral 4 kms. Me tomo la barrita estupenda de Keepgoing para empezar la prueba que te da subidón y te notas con el estómago lleno pero no pesado. Llegando a Fuencarral ya voy viendo la próxima etapa: Fuencarral – Tres Cantos (12 kms). Consulto la tarjetita elaborada por mi magnífica Sandra y ya me anuncia que no hay sombra y que esta etapa termina con repechos cortos y fuertes. Afortunadamente no ha salido el sol, sigue nublado y aprovechamos para correr lo más que se pueda.
Sin parar afronto el siguiente tramo: Tres Cantos-Colmenar Viejo, 12kms. Ya llevo 12 kms en el cuerpo y hay que tomarse otra barrita de keepgoing para que no me pase como en Mérida, que se me cerró el estómago y luego no tenía manera de tirar de mí. Me encuentro genial, con buenas sensaciones y con las piernas fuertes, así que sigo corriendo lo más posible. Según la super útil chuleta de Sandra, ahora nos tocaba bajada molesta (término bastante suave para la pechá de piedras sueltas que nos encontramos, pobres peregrinos del camino de Santiago que al fin y al cabo nosotros esto lo hacemos por afición y ellos por devoción no?).
Además recuerdo el pañito que llevo en la mochila para dedicarle mi entrada en Segovia a Polo y de retirada ni hablamos. Hay que terminar como sea, independientemente del frío, los pies, las ampollas, las piedras y llo que nos echen por delante, jajajajaja. Así que cambiamos pilas de frontales y salimos muy animados para encarar el Tramo X Cruz de la Gallega-Segovia., 11 kms.Es todo bajada pero con piedras y todo bajada. No me atrevo a correr porque se me han ido estallando las ampollas antes de llegar a la Cruz de la Gallega pero sí que sigo andando y a ritmo fuerte porque quiero llegar a Segovia antes de que amanezca. La bajada se me hace eterna pero no pienso en ello (Sandra sí, me acordé de no pensar en lo que faltaba) y marco un ritmo tela de bueno, tipo Angel-ito, para llegar a Segovia.
Y como broche final última subidita para el autobús de vuelta a Madrid. Sigue el acueducto hasta el final y allí te encuentras el polideportivo con tu mochila y el autobús. Ni ducha ni ná. P’al autobús y vamos que nos vamos a Madrid para recoger el hatillo y volver a casa.