“Escribo por la misma razón que leo: para intentar comprender al hombre y al mundo en que vivimos”
Se confiesa autor de distopías, un género narrativo que presenta sociedades alternativas y dominadas por el mal, y que él utiliza como marco para ejercer su crítica hacia la sociedad actual, por eso le gustan tanto grandes novelas como Un mundo feliz, 1984 o Farenheit 451, y siente debilidad por Los viajes de Gulliver, la obra que sitúa a Jonathan Swift posiblemente como el precursor del género.
Con esta novela pretende mostrar la necesidad de dudar de todo lo que se nos cuenta, para provocar así nuestra reflexión sobre el horror que es capaz de generar el ser humano, y la manipulación a la que muchas veces nos vemos sometidos. La duda hará pensar al lector, pero pensará mejor si antes se le ha provocado, de ahí que a veces utilice un lenguaje hasta soez, para así despertar nuestra atención, y que todos podamos encontrar nuestro camino en este periodo tan efímero que es la vida.
Pero la escritura para él es algo más complejo, algo con lo que pretende legarle al lector algunas impresiones, para que se conciencie de su propia debilidad, o del papel que desempeña el azar a la hora de elegir el lugar en el que permitirnos nacer. Al mismo tiempo, quiso llamar a la rebeldía reflexiva, para combatir aquellas formas de actuar que resulten alienantes para el ser humano, una criatura que debe hacer valer sus dos mejores armas: el saber y la cultura. Dos armas valiosísimas que nos regaló en una mañana en la que literatura y filosofía estuvieron más unidas que nunca.