Bien, al grano.
Pues sí, pues sí, antesdeayer tuvo lugar este maravilloso evento en un lugar único y digo bien, único porque no hay más, ya que se llevó a cabo en la residencia del embajador francés en España, un sitio que además de único es increíble, un oasis de verdor en medio de una de las zonas más exclusivas de Madrid.
Y allí que nos presentamos, ¿cómo íbamos a perdernos un acontecimiento así?.
De entrada, destacar la amabilidad de los organizadores y de los presentes. En un salón se habían habilitado mesas con diferentes vinos y alimentos para acompañar (que no maridar), de modo que si seguías el orden lógico propuesto por la organización la velada comenzaba por un champagne y una degustación de ostras.
A continuación pasabas a los vinos alsacianos y los Sauternes para acompañarlos con chocolate y un maravilloso foie.
El siguiente paso era con vinos de Burdeos y a su lado un maestro de pocas palabras y hábiles manos cortando jamón.
Con el paladar endurecido aparecían vinos de Teruel y argentinos. Entre esta mesa y la última con vinos del Languedoc, había una mesa en la que había que armarse de paciencia para degustar una pequeña tabla de quesos franceses.
En resumen, un evento estupendo, en un entorno único en el que los organizadores pusieron todo tipo de facilidades para que nos sintiésemos como en nuestra propia casa y que no era otra cosa que una casa, la del señor embajador francés.