Fecha: 21 enero 2016
Asistencia: 1.500 personas
Artistas Invitados: -
Precio: -
Fenómeno fan a lo indie
Lo más fascinante de Izal no es su éxito (que también), sino la vehemente y loquísima entrega con la que los suyos reciben todo lo que sale desde el escenario. Cualquier mínimo gesto, cualquier comentario, cualquier baile es jaleado con ímpetu desaforado. Y si hablamos de la manera en que la concurrencia agarra las canciones y las hace suyas, allí mismo, sin filtros, eso ya trasciende la música para pasar a ser del ámbito sociológico.
Porque es evidente que Izal, con poco más de un lustro de vida, son ahora mismo la banda del momento. Están peligrosamente de moda porque están hasta en la sopa, aunque no sea momento todavía de preocuparse por eso, ya que lo que toca ahora es disfrutar las mieles del éxito y darlo todo para llevarlo lo más lejos posible. Y en esto último están de acuerdo tanto los músicos como sus acólitos.
¿Y por qué ellos y no otros? Quizás sencillamente porque estuvieron en el momento adecuado en el lugar preciso. Pero lo cierto es que desde el principio, el quinteto madrileño llegó haciendo mucho ruido desde lo más bajo y comenzó a dar todos los pasos que van dando los demás para crecer, pero al triple de velocidad. Por eso puede que se aprecie cierta falta de consistencia, pero eh, tras congregar a 12.000 personas el pasado mes de abril en el BarclayCard Center de Madrid ya nada volvió a ser igual.
Ahora Mikel Izal (voz y guitarras), Enmanuel Pérez (bajo y coros), Alberto Pérez (guitarras y coros), Iván Mella (teclados, secuencias y coros) y Alejandro Jordá (batería y coros) dan tres conciertos consecutivos en el Teatro Circo Price de Madrid dentro de la programación de Inverfest 2016 para presentar su tercer largo 'Copacabana'. Y tiene pinta de que siguen con fuerzas para continuar su particular ascensión.
Desde luego, cuentan con el viento a favor y el empuje de un público que básicamente lo goza. Algunos y algunas casi diríase que polucionan y lubrican desde que los músicos salen en penumbra al escenario y arrancan con 'Copacabana', 'Asuntos delicados', 'Hambre', 'En aire y hueso', 'Despedida', 'La piedra invisible', 'Prueba y error' y 'Arte moderno'.
La encubierta, porque claro, la clave principal son sencillamente las canciones, con unas letras que igual sí que son un poquito sencillas, pero seguro que precisamente por eso conectan por la vía rápida en esta época en la que parece que todos estamos obligados a ser pretenciosos, enrevesados y, en última instancia, deshonestos. Y de eso justo no se puede acusar a Izal en absoluto.
Hay un momento de respiro, oh sí, cuando el grupo encara un tramo más acústico (con vibráfono incluído) para 'Sueños lentos' y 'Palos de ciego'. Pero la maquinaria retoma su velocidad de crucero con 'Los seres que me llenan', 'Oro y humo', 'Tambores de guerra' (muy bailable e interesante), 'Pequeña gran revolución' (excesiva deuda con Vetusta Morla aquí), 'Hacia el norte' y 'Tu continente'.
A estas alturas lo más extraño es que ningún espontáneo (masculino o femenino, aunque ellas son mayoría y hacen más ruido) haya asaltado el escenario en pelotas, aunque no es algo en ese momento descartable cuando sube la intensidad con 'Agujeros de gusano', 'Magia y efectos especiales' y 'La mujer de verde' como pletórico final.
Pero el público de Izal es infatigable y todavía quiere un poquito más. Así, se suceden 'Qué bien', 'Pánico práctico' y el cierre definitivo con 'El baile' y el personal saltando sobre las butacas en las que en ningún momento se sentaron. Son en total unas dos horas en las que queda claro que el éxito de Izal está rompiendo algunos convencionalismos de eso otrora conocido como indie. Porque lo suyo es purito fenómeno fan, pero a lo indie, y eso, de esta manera, con este ardor y con estas coordenadas, es inédito.
PD: Y una última petición con cariño para Mikel: no más bailes del gallo ni hagas el Robocop, ¡por el amor de Jimmy Page!