Izquierda caviar

Publicado el 25 junio 2015 por María Bertoni

La película de Rodrigo Moreno se proyectó en el BAFICI del año pasado.

Para alegría de los seguidores del cine de Rodrigo Moreno, hoy jueves se estrena el film más reciente del realizador argentino: Réimon. El largometraje desembarca en la sala Leopoldo Lugones un año y piquito después de una primera exhibición en el 16º BAFICI. En principio la película se proyectará a las 19.30 y a las 22 hasta el lunes 29 de junio, y sólo a las 22 a partir del martes 30 de junio y hasta el miércoles 8 de julio.

El autor de Mala época, El descanso, El custodio, Un mundo misterioso corre serios riesgos de (volver a) incomodar al público porteño con este nuevo trabajo. Por lo pronto, cuesta imaginar a muchos conciudadanos dispuestos a aceptar el triple desafío de 1) acompañar a una empleada doméstica en su rutina diaria, 2) repasar algunas de las observaciones que Karl Marx escribió en El capital, 3) asistir a la naturaleza escindida (por no decir hipócrita) de compatriotas en principio admiradores del pensador alemán, pero habituados a destratar a las mujeres que limpian sus propias casas.

El título del largometraje es la punta del iceberg de la incoherencia de aquéllos compatriotas cuya (in)conducta desmiente la presunta adhesión a la denuncia marxista contra la explotación en el marco del sistema capitalista. En este caso, un matrimonio empleador se permite anglificarle el nombre a la protagonista, además de pagarle con algunos pocos billetes y probablemente en negro (a contramano de lo que recomienda la AFIP).

Moreno subraya la enorme contradicción con un mismo recurso pedagógico que algunos calificarán de básico: sonoriza las escenas del traslado en tren y colectivo, del trabajo en distintas casas, del (escaso) descanso de Ramona con las voces en off de los patrones y sus compañeros de estudio mientras leen párrafos enteros de El capital.

La cámara sigue a la protagonista a cargo de Marcela Días como si estuviera filmando un documental. Los planos detalle de las manos ordenando escritorios y estantes con CDs y libros (vemos por lo menos dos de José Saramago) contribuyen a la caracterización de esta pequeña burguesía bienpensante con taras en general achacadas a la derecha.

Réimon dista de ser una película apta para todo público. Anticipamos esta restricción apenas comienza la proyección, cuando la pantalla muestra las cifras relativas al presupuesto y a la cantidad de horas de trabajo invertidos en esta ficción atípica. Tanta transparencia (y, porqué no, semejante demostración de coherencia) espantará(n) incluso a más de un porteño marxista que suscribe con entusiasmo a los principios del cine revolucionario.