Así que, decíamos ayer, la crisis de las izquierdas existe desde hace mucho tiempo, aunque la dimensión que más puede interesar es la de aquí y hoy y para empezar sería conveniente comprender que nada une a todas las fuerzas anteriores, incluso puede ser causa de error, muy común, el pretender que deberían estar unidas en torno a un objetivo, ¿a cual? Al que crea cada opinante, ya que es una cuestión de fe, pero no de tradición y experiencia, no hay proyectos compartidos por las fuerzas citadas, que en muchas ocasiones son irreconciliables. En este punto, conviene hacer mención a un gran analista político, Ramón Cotarelo, que a pesar de mantener cerrado Palinuro, todavía se pueden ver en él lúcidos e imprescindibles análisis de múltiples cuestiones, entre los cuales hay varios imprescindibles sobre el tema que nos ocupa.
Las izquierdas en Europa, en España en estos tiempos de crisis económica, es el tema, y cuyos enfrentamientos no tomarán la forma de hace 70 años, ni mucho menos, pero siguen existiendo. A mi entender hay dos particularidades para abordar el problema, una es la debacle del comunismo, que deja fuera de lugar, por fracasados, los sueños del ‘hombre nuevo’, y la otra, la situación de lo logrado, el estado de bienestar, porque lo conseguido bajo ese nombre engloba muchos de los ideales y sueños revolucionarios transformados en políticas concretas vivibles a nuestro alrededor por millones de personas, en nuestro tiempo, en nuestras vidas.
Sin aceptar que estas conquistas ya están instaladas es difícil entender la crisis de las izquierdas, ya que resulta un poco absurdo pensar en consignas para conquistar la salud, la educación, la igualdad, la libertad o… que tendrían sentido en casi todos los países del mundo, salvo en Europa, porque al estar conviviendo con el estado de bienestar parece inadecuado lanzar proclamas sobre lo que queremos conquistar lejos de estos parámetros. Que la situación que vivimos, de bienestar, contiene un elemento desmovilizador no me cabe la menor duda, pero igual de iluso sería pensar que lo conquistado es para siempre lo cual provoca que mucha gente acostumbrados a esta situación, considera que por el mero hecho de nacer aquí nos será dado sin más y para siempre.
El problema que ha incorporado a la relativa tranquilidad de los europeos, la globalización y mas expresamente la crisis económica, es el nacimiento a la industrialización de grandes sectores de la economía mundial, China, (sobrepasó a Alemania ocupando el 1º puesto de exportador mundial en 2.009), India, Brasil, Corea, Sudeste asiático, Sudamérica, etc. lo cual plantea una lucha por las ventajas relativas que hasta ahora disfrutábamos los europeos. Para los creyentes en revoluciones, las realizadas, o no, en esas zonas del mundo, han permitido un veloz desarrollo competitivo en grandes sectores principalmente industriales, que han aumentado las clases medias de esos países y por tanto el consumo y el reparto de privilegios con occidente.
Ahora, al tocar el estado de bienestar europeo debido a la competencia con esos nuevos grupos y naciones, es cuando vuelve a plantearse con fuerza la crisis de las izquierdas. (En Europa deberíamos apoyar la oleada de huelgas fabriles de China, su mejora en las condiciones de trabajo, les beneficiaría a ellos y a nosotros, encarecería sus productos, por tanto haría los europeos mas competitivos.)
Es por ello que yo sitúo el problema aquí en Europa, porque salvo que alguien plantee alguna revolución, global, mundial, africana, sudamericana o asiática, parece que hoy se acepta en amplias zonas de izquierda la idea de participar políticamente en la sociedad y en los gobiernos como forma de influir social y medioambientalmente, (reformadores, socialdemócratas…) lo cual puede acotar los campos de análisis de la diversidad de grupos, a partir de esta divisoria.