Y es que a pesar de este tiempo más indeciso que una mujer cuando va a comprarse el vestido de fin de año, da gusto estar por la calle, ese colorido, esa luz, ese incienso por esta esquina sí, y la otra también... un lujazo vamos.
Comencé a escribir esta entrada con La Cuaresmas dando sus primeros capotazos allá por marzo, y hoy, Domingo de Ramos, ya Lunes Santo, mejor dicho, he decidido que debía terminarla. No encontraba el momento de seguir uniendo frases que conformaran párrafos con un cierto sentido... Hasta hoy.
Yo no soy quien soy, ni podría ser quien soy, sino fuera por la Semana Santa; Devoción, Fe, Pasión durante un año reflejado todos esos sentimientos en una Semana. Una Semana que acaba de empezar y ¡Cómo somos! ya mismo terminar, y de nuevo a esperar...
Me levanto en unas horas, y escribo estas letras mientras suena La Madrugá de Abel Moreno, y en lo único que puedo pensar es que sean las seis de la tarde y poder aprovechar todo lo posible, de la Semana Grande de la ciudad más hermosa del mundo.
Sevilla es su Semana Santa, y La Semana Santa es Sevilla. Buenos días.