El jabalí (Sus scrofa) es sin duda una de las especies de nuestra fauna más conocida. Las poblaciones de esta especie han aumentado en toda Europa y se han propuesto varias causas para explicarlo, como ausencia de depredadores naturales, su elevada adaptabilidad o el incremento de la superficie útil para la especie.
Asimismo, le jabalí es la especie que más se caza en nuestro país, y se han estimado que unos 160.000 animales son cazados legalmente en España. Curiosamente, esta presión cinegética no ha contribuido a reducir sus poblaciones y probablemente esto se deba a una estrategia de esta y otras especies para contrarrestar una elevada tasa de depredación: (a) aumentar el tamaño de camada y (b) adelantar la edad de primera reproducción.
Una de las adaptaciones de muchos animales para reducir el riesgo de depredación es el nocturnalismo, ya que normalmente los depredadores están menos activos durante la noche. En el caso de los jabalíes, la mayoría de su actividad se produce durante la noche, desde que oscurece hasta que amanece, y por eso lo más normal es que detectemos la presencia de jabalíes por los rastros de su actividad, como prados levantados o cultivos arrasados.
Durante las últimas semanas he tenido instalada una cámara provista de un sensor de movimiento y de luz infrarroja en varios lugares en los que había encontrado rastros de jabalí, como revolcaderos o caminos dentro del bosque. Aquí os dejo un vídeo con algunas imágenes de un macho cerca de un río y de una hembra con varias crías que huyen asustadas al detectar los leds de la cámara.
El único depredador natural de los jabalíes adultos en Asturies es el lobo, pero cómo todos sabemos esta especie está siendo masacrada por la propia Administración, que sólo en 2013 ha autorizado la muerte de 66 ejemplares. Una de las consecuencias de la eliminación de los depredadores es el incremento poblacional de sus presas y el caso del jabalí es un claro ejemplo de ello.