Jabón de Alepo. Conoce sus propiedades y una receta para hacerlo en frío

Por Ecocosas

¿Qué es el jabón de Alepo?

El jabón de Alepo es como se conoce al jabón multiusos que se hace a base de aceite de oliva y aceite de laurel y tiene su origen en una tradición que se remonta a muchos siglos, en la región de Alepo, actual Siria, que es de donde proviene.

Se trata de un jabón sólido en bloque que su base es aceite de oliva y laurel, el cual llegó a Europa en la Edad Media, además de ser el precursor del actualmente muy usado jabón de Marsella y del jabón en general.

Propiedades del jabón de Alepo

Este jabón ancestral, considerado el más antiguo del mundo, es 100% natural. Su composición es sencillamente agua, aceite de oliva, aceite de laurel y sosa cáustica.

Existen de diferentes tipos, que dependen de la cantidad de aceite de laurel que contengan, siendo unos y otros destinados para diferentes usos.

Entre las propiedades del jabón de Alepo y sus beneficios para la salud y el bienestar, podemos destacar las siguientes:

Salud de la piel. El jabón de Alepo y sus propiedades ayudan a mantener la salud de la piel, y además es bueno para tratar problemas cutáneos bastante molestos como la psoriasis, distintos tipos de dermatitis, las quemaduras y cicatrices, así como para limpiar los poros de impurezas infectadas como barritos, granos y acné.

Desinfectante. Gracias a sus componentes, principalmente el laurel y sus principios antisépticos y bactericidas, es un buen aliado para limpiar heridas, irritaciones y evitar que se acaben generando infecciones.

Nutrir la piel. El aceite de oliva es un excelente aliado para nutrir y revitalizar la piel, así que el jabón de Alepo va muy bien para mantener la piel sana y para la sequedad de la piel.

Jabón de alepo y sus propiedades para el cabello. Cabe destacar que lavarse el cabello con jabón de Alepo es bueno para el pelo, dado que realza el brillo y volumen, pero también para la salud del cuero cabelludo.

Cómo hacer jabón de Alepo en frío

Esta receta es muy sencilla. En este caso también la haremos con infusión de laurel, pero en vez de esta infusión se puede usar agua.

Necesitaremos:

  • 100 ml de infusión de laurel
  • 40 gramos de sosa cáustica
  • 50 ml de aceite de laurel
  • 250 ml de aceite de oliva
  • 10 gotas de aceite esencial de laurel

Hacemos una infusión de laurel y guardamos 100 ml (aproximadamente media taza) y la congelamos. Una vez congelada, que dependiendo el tipo de refrigerador que tengamos puede tardar una o dos horas, la colocamos en un vaso de cocina y la mezclamos con la sosa cáustica.

Lo de congelar la infusión lo hacemos para evitar quemar la infusión con la sosa.

Una vez mezclado bien, añadimos los dos aceites y batimos bastante rato con una minipimer o batidora de brazo, hasta que no quede ningún grumo de sosa cáustica. 

Una vez disueltos todos los ingredientes añadimos las gotas de aceite esencial de laurel y mezclamos con una cuchara, y cuando esté mezclado lo podemos colocar nuestra mezcla en el molde.

Podemos usar cualquier tipo de molde, pero van bien los moldes de pan alargados, preferiblemente de silicona para que se puedan desmontar fácilmente, pero en realidad los de metal también sirven.

Volcamos la mezcla en el molde, lo tapamos y dejamos enfriar. Una vez frío debemos esperar un mes por lo menos antes de usarlo, para que se complete el proceso. En ocasiones puede llegar a dejarse hasta 9 meses secándose.

Esto es lo que hacen muchos fabricantes tradicionales, y es algo que se puede leer en las etiquetas de los mismos.

Una vez pasado el periodo de al menos un mes, ya lo podemos cortar en trozos pequeños para dar distintos usos o para guardar o regalar.

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