En un entorno como ese, es imposible no sentirse retrotraído a aquella época pretérita.Fue un fin de semana excepcional en todos los sentidos. Disfruté muchísimo, aprendí una barbaridad y gocé de la compañía de compañeros de afición excepcionales.Estoy deseando volver a los muros de la ciudadela ¡Vive Dios!
Traigo por aquí alguna foto del encuentro.
Nos acompañó, entre otros el fotógrafo Jordi Bru, autor de estas dos últimas fotos. En el encuentro gestó una composición sobre el milagro de Empel, pero eso será para otra entrada.