Nunca hubo un 'malo' tan bueno como Jack Palance. Siempre que le ves haciendo uno de sus arquetípicos personajes malvados, sabes que está interpretando un papel y que en el fondo es un trozo de pan. Y no lo digo en sentido peyorativo ni dudando de su capacidad interpretativa, todo lo contrario. Precisamente es esa dualidad que imprimía Palance en casi todos sus papeles la que consigue que le recordemos con tanto cariño.
Hoy se cumplen siete años de aquel fatídico 10 de noviembre de 2006. Y qué mejor que una tarde de domingo para ver una vez más 'The Professionals' o 'City Slickers', por la que ganó un merecidísimo Oscar.
Y hablando de ese premio, pocas maneras ha habido tan excepcionales e inolvidables de aceptarlo como la de Jack. Muy grande.