La verdad es que no nos aburrimos ni un minuto pues un mundo nuevo e interesante pasa a través de nuestras ventanillas: grandes dromedarios tirando de carros como si fueran caballos, decenas de vacas durmiendo en el centro de la vía, gente vendiendo comida en las orillas, mujeres trabajando en el campo con hermosos saris y ni un policía o militar controlando lo incontrolable.
Por la tarde, antes del rápido anochecer, llegamos a Jaipur. Otro sueño de la infancia hecho realidad ¡Qué afortunado soy! ¡Cuántas veces me recreé viendo documentales o publicaciones de esta enigmática ciudad! ¡Cuántas veces soñé con ver el Palacio de Los Vientos (Hawa Mahal) con mis propios ojos!