UN REFORMADOR A SU PADRE
No compartimos una sola idea en treinta añosde reproches y charlas ocasionales. Una noche de fuertee inútil discusión, nos sorprendieron mis lágrimasdesusadas e inútiles. Hicimos una pausa, astutos y orgullosos,irreconciliados. Pienso que había dejado de escuchartus palabras y escuchaba alrededor las otras,desconocido, remoto y pensé que estaba comparandoel sonido de tu peor parte con la mejor de ellos.Sumiso al amor incliné la cabezarígidamente. Reíste, nervioso, excitado y adelantasteligeramente dedos nicotinados y nadadijiste. Nunca más y ahora estás muerto:sigo esforzándome en construir un país adecuadopara héroes, sabiendo que nada querrías de él.
James Simmons.
Traducción de Federico Patán.