En los años 40 su carrera se vio frenada como consecuencia de su participación en la Segunda Guerra Mundial. Nombrado coronel, fue galardonado y alcanzó con el tiempo el rango de general. Antes de acudir al Ejército protagonizó “Historias de Filadelfia” (1940), una comedia de George Cukor que reunía a tres de las mayores figuras de la Historia del cine: Cary Grant, Katharine Hepburn y el propio Stewart, que logró su primer Oscar gracias a este papel.
Su regreso a las pantallas tras aquel largo alejamiento tuvo lugar con “¡Qué bello es vivir!” (1946), todo un clásico de Frank Capra que le convirtió en el actor favorito de los norteamericanos. Protagonizó asimismo “La soga” (1948), de Alfred Hitchcock (el inicio de sus colaboraciones con el Maestro del Suspense), “El invisible Harvey” (1950), de Henry Koster -otra nueva candidatura al premio de la Academia- “Winchester 73” (1950), un western de Anthony Mann, “Horizontes lejanos” (1952), también de Mann, “La ventana indiscreta” (1954), “El hombre que sabía demasiado” (1956) y “Vértigo” (1958), todas ellas a las órdenes de Hitchcock, “El héroe solitario” (1957), biopic del piloto Charles Lindbergh a cargo del realizador Billy Wilder y “Anatomía de un asesinato” (1959), de Otto Preminger, que le situó nuevamente a las puertas de la estatuilla.
En la década de los sesenta la producción de sus trabajos fue menguando, empezándola de manera espléndida con dos títulos memorables de John Ford: “Dos cabalgan juntos” (1961) y “El hombre que mató a Liberty Valance” (1962), el mismo año en el que intervino en “La conquista del Oeste” (1962).
Escena de "La soga"
Escena de "Caballero sin espada"