la purificación del amor10. LOS GATOS FUNÁMBULOSIsabella no sabe que ropa ponerse hoy, ha sacado todo, en su habitación hay camisetas, pantalones, zapatos, tangas, medias, diademas, tops, toreros, básicos y un centenar de diminutas prendas femeninas dispersas por doquier, se lo ha probado todo y sus gatos están felices.Súcubus no hace sino perseguir cada tela que es arrojada, Íncubus por su lado está extasiado ronroneando y revolcándose entre la alfombra de prendas que hay en el suelo y Bubastis está de jurado sobre la cama. Isabella ama a Bubastis, en lugar de ir a mirarse al espejo busca la aprobación de la gata como si ella supiera que ropa es la que debería usar en este día especial.Bubastis es una gata sphynx y fue la primera mascota propia de Isabella. Cuando era pequeña leía demasiado la revista Duda de la editorial posada, un día mientras descansaba en la playa de la casa de veraneo en el lago calima, su padre la llamó estrepitosamente y le entregó un número de la revista que le pareció maravilloso. A Isabella le encantaba este magazine por las caricaturas hechas a colores negro y naranja. La revista narraba historias increíbles y misteriosas. Aquel día su padre le había traído un número que refería el gran enigma de las pirámides. Allí supo del “Gran año”, de la perfección geométrica con que habían sido construidos esos inmensos monumentos y vio por vez primera el gato sagrado de Bast más conocido como el Gayer-Anderson Cat, la figura erguida y estilizada la llevó a prometerse que algún día tendría como mascota a un animalito como ese. No pasaron tres años y con los ahorros que le daba su padre logró ir a un centro de sacrificios y rescatar a una lánguida gata sarnosa. La cuidó con esmero porque sabía que no era sarna lo que tenía sino que nadie había logrado identificar que se trataba de esa rara especie de gatos que tienen un manto casi imperceptible, un pelaje apenas microscópico que le recordaba el gran gato de la diosa Bast. Cuando se recuperó del todo, la gata comenzó a demostrar extraños comportamientos, no le gustaba salir, solía buscar lugares de la casa para habitarlos monumentalmente. El padre de Isabella no comprendía la razón de estos caprichos gatúbelos, pero Isabella sabía que su gata estaba proyectando un recuerdo genético, a veces se le veía encima de los anaqueles o los atriles y muchas veces encima de las repisas, Bubastis arrojaba todo lo que se hallará encima y tomando la pose del Gayer-Anderson dejaba pasar el día y la tarde como si no existieran. Parecía como si esperara que alguien viniera a venerarla. Isabella lo entendía muy bien y se acercaba a mimarla y adorarla. A hurtadillas se metía en la habitación de sus padres y secuestraba las alhajas más hermosas a su madre para ir extasiada a ponérselas en patas, hocico, cuello y cola a su gata inmortal. Cuando comenzó a ser una adolescente, la naturaleza obró con cierta mística sacerdotal en sus carnes, de pronto comenzó a practicar el Yoga y su cuerpo se alargó como sólo podrían hacerlo las caricaturas de The phantom 2040, AEon Flux o The Chronicles of Riddick de Peter Chung o como las figuras estilizadas de Egon Schiele.Mascota y ama parecían provenir de otro mundo, los ojos de Isabella se tornaron amarillo rojizo y su piel se hizo dorada. En el caso de la gata unas máculas pardas comenzaron a invadirle el rostro como si se tratara de la mancha N° 3 de del test de Rorschach. Pronto el lugar preferido de Bubastis fue el pie de la cama, desde allí joven y gata solían pasar la tarde juntas, Bubastis se convirtió en la celestina de todas sus desolaciones, llantos, ilusiones y expectativas. Erguida en el pie de la cama como una diosa protectora ante un sarcófago, la gata observaba a Isabella acostada boca abajo estudiando los mamotretos de libros que nunca le pedían en la escuela, Isabella se dejaba perder en esos libros horas enteras. A veces, dejaba colgar su cabeza y su cabello por los bordes de la cama y empezaba a susurrarle a ese talismán gatubelo las figuras que lograba imaginar en el piso dálmata. La gata maullaba cuando algo le gustaba o ronroneaba cuando algo parecía interesarle, pero cuando algo no llamaba su atención simplemente se quedaba quieta, silenciosa retomando su pose de esfinge milenaria. Fue así como supo que la gata podría ser una guía en muchas de sus preocupaciones. Descalza se asomaba a la ventana y apoyando los codos sobre el alfeizar descansaba su cabeza pensativa dejando escapar suspiros que no eran otra cosa que largas nostalgias por cosas inalcanzables, cuando lograba encontrase en sus ensimismamientos, corría hacia el pie de la cama, se arrojaba al piso y confesaba sus planes más inverosímiles a la felina.Lo mismo sucedía a la hora de lucir la ropa o el peinado, de dibujar con esmaltes, con lápices de colores, con óleos o con acuarelas. La gata simplemente era su mejor amiga, su compañía perfecta. Fue ella quien rotundamente eligió con sus maullidos el tríptico del árbol de la vida de Gustav Klimt para decorar las paredes de la habitación y fue Bubastis, esa misma tarde, quien maulló aprobando los corazones rojos hechos con clips que Isabella llevaría colgados en sus orejas para lucir en la cita con Gustav. Había dos formas de hacer los corazones, uno era doblando hacia atrás el alambre, esta forma era la que servía para utilizarlos como aretes y la otra forma era doblando hacia adelante una de las puntas y que servía para convertir el clip en un hermoso prendedor en forma de corazón. Isabella llevó los aretes colgados en los hermosos pabellones de sus orejas y el broche sujeto al borde de la camiseta que ella misma había estampado con un graffiti de Banksy: la nena del globo. Ha estado toda la tarde preparándose para el encuentro en la biblioteca con Gustav, es claro su nerviosismo, un nerviosismo que sólo puede ser entendido por Bubastis. Íncubus y Súcubus no pueden entrever aquello, son unos machos despampanantes sólo preocupados por ellos mismos y por ofrecer ternura y travesuras por montón.Íncubus es un gato Bombay gigante, como nunca fue castrado, su lado salvaje parece multiplicarse en músculos y garras. A decir verdad esta pantera negra nunca ha tenido dueño, pero desde hace algunos años se tomó la alcoba de Isabella como cuartel general, además que al principio estaba enamoradísimo de Bubastis quien ni siquiera lo determinó.Isabella se espantó el primer día que lo vio entrar por el marco de la ventana, ese fue el único día que Bubastis mostró sus uñas. Incubus al parecer olió hembra y acostumbrado a ser el alfa, invadió la habitación sin ningún permiso, Isabella acababa de salir de la ducha, se encontraba en bata de baño peinándose frente al tocador. Cuando vio al gato quedó petrificada, todo lo que observó después lo presenció gracias al espejo. El gato entró seguro, al principio parecía un simple ladrón luego se le vio merodear como si estuviera reconociendo el lugar, al parecer estaba detrás de algo. Isabella no quiso moverse, en cuanto lo percibió con esa seguridad exótica y luego de presenciarlo saltando con tal agilidad hacia la cama supo que se llamaría Íncubus. El gato se acercó a Bubastis, la rodeó, buscó llamar su atención erizando el lomo, pero un zarpazo sorpresa que le dejó una cicatriz en el hocico para siempre y totalmente clara su situación, lo calmó desde entonces. Bubastis nunca pareció moverse del pie de la cama, el gran felino quedó confundido y desde entonces quedó prendado a ese espacio donde supo que lo primero que debía hacer era ganarse el corazón de la ama. Íncubus se convirtió en su segunda mascota y en el guardián verdadero tanto de Bubastis como de Isabella, además era una mascota que no tenía que alimentar, es más, en muchas ocasiones se le podía ver a Íncubus trayéndole sacrificios a Bubastis. Isabella sonreía y le acariciaba con suma compasión ya que sabía lo que pasaba por la mente del gatazo.Por su lado Súcubus era la cosa más extravagante del mundo, fue el regalo perfecto de su padre a su madre, sin embargo este gato bonachón y felpudo pronto se fue a vivir con Isabella.Súcubus es un Himalayo de color petróleo hecho todo un zángano manipulador y juguetón. No le teme a Íncubus y más bien pareciera que fuera Íncubus quién lo esquiva. Son dos energías antagonistas que simplemente llevan su propio camino sin pelear. En cambio Bubastis suele erizarse cuando lo siente cerca, algo se incomoda en su pose de esfinge, algo se ruboriza en sus manchas y algo al parecer tiembla en sus pupilas.Súcubus lo sabe pero no le importa, a él solo le interesa andar entre las piernas de Isabella o cargándose cuanta cosa ve por ahí, daña, aruña, se cae, es el bufón y la malicia hecha gato. Se la pasa casi todo el día durmiendo pero cuando despierta es todo un cazador, por eso Íncubus no se mete con el, reconoce a un guerrero echado a perder, cuando no sale a cazar, comienza jugar por toda la habitación, Isabella disfruta con el payaso de Súcubus.Los tres gatos se han ganado el corazón de la chica, pero lo más misterioso es cuando hay luna menguante, los gatos sufren una metamorfosis siniestra, salen uno tras otro de la habitación y comienzan a caminar sobre el tejado malabaristicamente, son tres horas durante las cuales los gatos arriesgan sus vidas en un la lucha contra fuerzas invisibles que sólo ellos parecen observar, el juego de equilibristas se basa en un trayecto que va de la casa de Isabella hasta la tienda de don Luis, son tres cuadras repletas de adrenalina donde los felinos saltan sin miedo de techo a techo, caminando siempre por el borde de los edificios. El ritual al parecer no es de celo sino de guerra, ya dos veces, Isabella ha tendido que llevar al veterinario a Íncubus y a Súcubus por sendas caídas que han tenido en ese juego peligroso. Hoy habrá luna menguante. En el estéreo se reproduce California Girls e Isabella salta como una loca enamorada. De repente detiene la música. Se ha quedado inmóvil, ha dejado de probarse vestidos y se ha puesto a pensar en las mascotas, ¿qué pasará con ellos si se demora en la cita con Gustav? Haciendo cuentas, ella llegará a casa después de que los gatos se hayan marchado, no podrá seguirlos, estar pendiente de ellos. Hoy podría suceder cualquier cosa, tendrá que llegar antes, tendrá que dejar a Gustav en medio de una frase y venirse en un taxi lo más pronto posible para acompañar a sus funámbulos. Sí, eso hará.
la purificación del amor10. LOS GATOS FUNÁMBULOSIsabella no sabe que ropa ponerse hoy, ha sacado todo, en su habitación hay camisetas, pantalones, zapatos, tangas, medias, diademas, tops, toreros, básicos y un centenar de diminutas prendas femeninas dispersas por doquier, se lo ha probado todo y sus gatos están felices.Súcubus no hace sino perseguir cada tela que es arrojada, Íncubus por su lado está extasiado ronroneando y revolcándose entre la alfombra de prendas que hay en el suelo y Bubastis está de jurado sobre la cama. Isabella ama a Bubastis, en lugar de ir a mirarse al espejo busca la aprobación de la gata como si ella supiera que ropa es la que debería usar en este día especial.Bubastis es una gata sphynx y fue la primera mascota propia de Isabella. Cuando era pequeña leía demasiado la revista Duda de la editorial posada, un día mientras descansaba en la playa de la casa de veraneo en el lago calima, su padre la llamó estrepitosamente y le entregó un número de la revista que le pareció maravilloso. A Isabella le encantaba este magazine por las caricaturas hechas a colores negro y naranja. La revista narraba historias increíbles y misteriosas. Aquel día su padre le había traído un número que refería el gran enigma de las pirámides. Allí supo del “Gran año”, de la perfección geométrica con que habían sido construidos esos inmensos monumentos y vio por vez primera el gato sagrado de Bast más conocido como el Gayer-Anderson Cat, la figura erguida y estilizada la llevó a prometerse que algún día tendría como mascota a un animalito como ese. No pasaron tres años y con los ahorros que le daba su padre logró ir a un centro de sacrificios y rescatar a una lánguida gata sarnosa. La cuidó con esmero porque sabía que no era sarna lo que tenía sino que nadie había logrado identificar que se trataba de esa rara especie de gatos que tienen un manto casi imperceptible, un pelaje apenas microscópico que le recordaba el gran gato de la diosa Bast. Cuando se recuperó del todo, la gata comenzó a demostrar extraños comportamientos, no le gustaba salir, solía buscar lugares de la casa para habitarlos monumentalmente. El padre de Isabella no comprendía la razón de estos caprichos gatúbelos, pero Isabella sabía que su gata estaba proyectando un recuerdo genético, a veces se le veía encima de los anaqueles o los atriles y muchas veces encima de las repisas, Bubastis arrojaba todo lo que se hallará encima y tomando la pose del Gayer-Anderson dejaba pasar el día y la tarde como si no existieran. Parecía como si esperara que alguien viniera a venerarla. Isabella lo entendía muy bien y se acercaba a mimarla y adorarla. A hurtadillas se metía en la habitación de sus padres y secuestraba las alhajas más hermosas a su madre para ir extasiada a ponérselas en patas, hocico, cuello y cola a su gata inmortal. Cuando comenzó a ser una adolescente, la naturaleza obró con cierta mística sacerdotal en sus carnes, de pronto comenzó a practicar el Yoga y su cuerpo se alargó como sólo podrían hacerlo las caricaturas de The phantom 2040, AEon Flux o The Chronicles of Riddick de Peter Chung o como las figuras estilizadas de Egon Schiele.Mascota y ama parecían provenir de otro mundo, los ojos de Isabella se tornaron amarillo rojizo y su piel se hizo dorada. En el caso de la gata unas máculas pardas comenzaron a invadirle el rostro como si se tratara de la mancha N° 3 de del test de Rorschach. Pronto el lugar preferido de Bubastis fue el pie de la cama, desde allí joven y gata solían pasar la tarde juntas, Bubastis se convirtió en la celestina de todas sus desolaciones, llantos, ilusiones y expectativas. Erguida en el pie de la cama como una diosa protectora ante un sarcófago, la gata observaba a Isabella acostada boca abajo estudiando los mamotretos de libros que nunca le pedían en la escuela, Isabella se dejaba perder en esos libros horas enteras. A veces, dejaba colgar su cabeza y su cabello por los bordes de la cama y empezaba a susurrarle a ese talismán gatubelo las figuras que lograba imaginar en el piso dálmata. La gata maullaba cuando algo le gustaba o ronroneaba cuando algo parecía interesarle, pero cuando algo no llamaba su atención simplemente se quedaba quieta, silenciosa retomando su pose de esfinge milenaria. Fue así como supo que la gata podría ser una guía en muchas de sus preocupaciones. Descalza se asomaba a la ventana y apoyando los codos sobre el alfeizar descansaba su cabeza pensativa dejando escapar suspiros que no eran otra cosa que largas nostalgias por cosas inalcanzables, cuando lograba encontrase en sus ensimismamientos, corría hacia el pie de la cama, se arrojaba al piso y confesaba sus planes más inverosímiles a la felina.Lo mismo sucedía a la hora de lucir la ropa o el peinado, de dibujar con esmaltes, con lápices de colores, con óleos o con acuarelas. La gata simplemente era su mejor amiga, su compañía perfecta. Fue ella quien rotundamente eligió con sus maullidos el tríptico del árbol de la vida de Gustav Klimt para decorar las paredes de la habitación y fue Bubastis, esa misma tarde, quien maulló aprobando los corazones rojos hechos con clips que Isabella llevaría colgados en sus orejas para lucir en la cita con Gustav. Había dos formas de hacer los corazones, uno era doblando hacia atrás el alambre, esta forma era la que servía para utilizarlos como aretes y la otra forma era doblando hacia adelante una de las puntas y que servía para convertir el clip en un hermoso prendedor en forma de corazón. Isabella llevó los aretes colgados en los hermosos pabellones de sus orejas y el broche sujeto al borde de la camiseta que ella misma había estampado con un graffiti de Banksy: la nena del globo. Ha estado toda la tarde preparándose para el encuentro en la biblioteca con Gustav, es claro su nerviosismo, un nerviosismo que sólo puede ser entendido por Bubastis. Íncubus y Súcubus no pueden entrever aquello, son unos machos despampanantes sólo preocupados por ellos mismos y por ofrecer ternura y travesuras por montón.Íncubus es un gato Bombay gigante, como nunca fue castrado, su lado salvaje parece multiplicarse en músculos y garras. A decir verdad esta pantera negra nunca ha tenido dueño, pero desde hace algunos años se tomó la alcoba de Isabella como cuartel general, además que al principio estaba enamoradísimo de Bubastis quien ni siquiera lo determinó.Isabella se espantó el primer día que lo vio entrar por el marco de la ventana, ese fue el único día que Bubastis mostró sus uñas. Incubus al parecer olió hembra y acostumbrado a ser el alfa, invadió la habitación sin ningún permiso, Isabella acababa de salir de la ducha, se encontraba en bata de baño peinándose frente al tocador. Cuando vio al gato quedó petrificada, todo lo que observó después lo presenció gracias al espejo. El gato entró seguro, al principio parecía un simple ladrón luego se le vio merodear como si estuviera reconociendo el lugar, al parecer estaba detrás de algo. Isabella no quiso moverse, en cuanto lo percibió con esa seguridad exótica y luego de presenciarlo saltando con tal agilidad hacia la cama supo que se llamaría Íncubus. El gato se acercó a Bubastis, la rodeó, buscó llamar su atención erizando el lomo, pero un zarpazo sorpresa que le dejó una cicatriz en el hocico para siempre y totalmente clara su situación, lo calmó desde entonces. Bubastis nunca pareció moverse del pie de la cama, el gran felino quedó confundido y desde entonces quedó prendado a ese espacio donde supo que lo primero que debía hacer era ganarse el corazón de la ama. Íncubus se convirtió en su segunda mascota y en el guardián verdadero tanto de Bubastis como de Isabella, además era una mascota que no tenía que alimentar, es más, en muchas ocasiones se le podía ver a Íncubus trayéndole sacrificios a Bubastis. Isabella sonreía y le acariciaba con suma compasión ya que sabía lo que pasaba por la mente del gatazo.Por su lado Súcubus era la cosa más extravagante del mundo, fue el regalo perfecto de su padre a su madre, sin embargo este gato bonachón y felpudo pronto se fue a vivir con Isabella.Súcubus es un Himalayo de color petróleo hecho todo un zángano manipulador y juguetón. No le teme a Íncubus y más bien pareciera que fuera Íncubus quién lo esquiva. Son dos energías antagonistas que simplemente llevan su propio camino sin pelear. En cambio Bubastis suele erizarse cuando lo siente cerca, algo se incomoda en su pose de esfinge, algo se ruboriza en sus manchas y algo al parecer tiembla en sus pupilas.Súcubus lo sabe pero no le importa, a él solo le interesa andar entre las piernas de Isabella o cargándose cuanta cosa ve por ahí, daña, aruña, se cae, es el bufón y la malicia hecha gato. Se la pasa casi todo el día durmiendo pero cuando despierta es todo un cazador, por eso Íncubus no se mete con el, reconoce a un guerrero echado a perder, cuando no sale a cazar, comienza jugar por toda la habitación, Isabella disfruta con el payaso de Súcubus.Los tres gatos se han ganado el corazón de la chica, pero lo más misterioso es cuando hay luna menguante, los gatos sufren una metamorfosis siniestra, salen uno tras otro de la habitación y comienzan a caminar sobre el tejado malabaristicamente, son tres horas durante las cuales los gatos arriesgan sus vidas en un la lucha contra fuerzas invisibles que sólo ellos parecen observar, el juego de equilibristas se basa en un trayecto que va de la casa de Isabella hasta la tienda de don Luis, son tres cuadras repletas de adrenalina donde los felinos saltan sin miedo de techo a techo, caminando siempre por el borde de los edificios. El ritual al parecer no es de celo sino de guerra, ya dos veces, Isabella ha tendido que llevar al veterinario a Íncubus y a Súcubus por sendas caídas que han tenido en ese juego peligroso. Hoy habrá luna menguante. En el estéreo se reproduce California Girls e Isabella salta como una loca enamorada. De repente detiene la música. Se ha quedado inmóvil, ha dejado de probarse vestidos y se ha puesto a pensar en las mascotas, ¿qué pasará con ellos si se demora en la cita con Gustav? Haciendo cuentas, ella llegará a casa después de que los gatos se hayan marchado, no podrá seguirlos, estar pendiente de ellos. Hoy podría suceder cualquier cosa, tendrá que llegar antes, tendrá que dejar a Gustav en medio de una frase y venirse en un taxi lo más pronto posible para acompañar a sus funámbulos. Sí, eso hará.